Conoce en qué pintura de san Miguel realizada por un famoso artista italiano aparece la imagen de un pontífice con el rostro del demonio
Establecido por expertos y alimentado por las leyendas, el parecido de un pontífice con el rostro del demonio en la pintura de San Miguel de Guido Reni es evidente. Pero, ¿cómo es que esta obra encargada por un fraile acabó replicando la cara de quien se convertiría en Inocencio X?
Mera “casualidad” o una elaborada venganza, el retrato se encuentra hoy en la iglesia Nuestra Señora de la Concepción de los capuchinos, un hermoso templo situado en Via Veneto (Roma).
La pintura fue encargada durante el papado de Urbano VIII por su hermano Antonio Barberini, quien también era cardenal. Ambos mantenían claras diferencias con Giovanni Battista Pamphili y rivalizaban en el colegio cardenalicio.
No obstante, el artista cumplió con el encargo, pero al hacerlo dejó una peculiar huella en él. Puso empeño en conseguir notable belleza en su arcángel y la alcanzó tras mostrar el reflejo de la luz sobre la figura angelical, en contraste con la oscuridad de las tinieblas.
Al elaborar el rostro del alado demonio, Guido Reni se aseguró de ponerle las facciones del cardenal Pamphili, algo que más tarde tendría consecuencias.
Pese a que la pieza fue cuestionada, se mantuvo en una capilla de la iglesia, y adquirió mayor fama una vez que el prelado retratado en ella se convirtió en el papa Inocencio X.
“Cuando toda Roma vio esta pintura, aparecieron las risitas y la gente empezó a cuchichear sobre el parecido del papa con Satanás. Y aunque Reni negó en público haber cometido semejante calumnia contra tan ilustre personalidad, el parecido seguía ahí”, recuerda el historiador Miguel Calvo.
La creencia popular sostiene que el artista guardaba rencor por el pontífice, pues tras duros roces por unos frescos, el futuro pontífice había hecho circular rumores en su contra que lo afectaron considerablemente.
Atizada por los comentarios y la polémica debido a la reacción colérica de los Pamphili, se cree que la audaz jugada de Guido apuntó a valerse de la rivalidad existente entre aquel y los Barberini, quienes habían encargado la obra.
De esta forma, dejaba contentos a sus clientes, pero al mismo tiempo coronaba su personal venganza, además de darle a su trabajo una visibilidad inusitada.
No es del todo claro si reconoció el parecido, pues hay quien señala que se justificó afirmando que: “Satanás se le había aparecido en una visión, por lo que conocía bien su rostr; y si el cardenal Pamphilj tuvo tan mala suerte de parecerse a él, el pintor no pudo ser culpado por ello”.
Lo que sí se sabe con certeza es que, más allá del hecho curioso, el arte sacro del italiano era profundamente requerido por la Iglesia católica.
En efecto, tras el impulso inicial del cardenal Paolo Emilio Sfondrato, sus habilidades fueron conocidas. Y llegó a hacer trabajos para el cardenal Scipione Borghese Caffarelli y para los papas Pablo V y Urbano VIII.
Entre sus grandes materiales figura un retablo destinado a la Basílica de San Pedro correspondiente a la “Crucifixión de San Pedro. Fue encargada por el cardenal Pietro Aldobrandino para San Pablo alle Tre Fontane”. Este trabajo “marcó el primer éxito romano de Guido Reni”, según detalla la web oficial de los Museos Vaticanos.
Recién llegado a Roma, el artista boloñés “fue partidario de las novedades revolucionarias de la pintura de Caravaggio”, abunda el sitio especializado.
En lo que respecta al “diablo” cuyo rostro es aplastado por el arcángel al que el pincel de Guido le dio vida, Giovanni Battista era abogado y antes de convertirse en Inocencio X había integrado el cuerpo diplomático de la Santa Sede, con encargos en Nápoles, España y Francia. No obstante, su pontificado nunca estuvo exento de polémicas.
El lienzo en cuestión muestra a San Miguel Arcángel en su lucha contra Satanás. Es representado como un joven fuerte de rasgos delicados que aplasta la cara del demonio. Un hermoso drapeado envuelve parte del cuerpo y atrae la atención sobre su iluminado rostro.
Las obras del reconocido exponente del clasicismo se encuentran en diversos lugares del mundo. En la actualidad tiene presencia en el Museo del Prado, que lo califica como un “artista largamente ignorado”, pero “considerado en su época uno de los pintores más importantes de Italia”.
También hay trabajos suyos en el Louvre de París y en la National Gallery de Londres, donde se incluye una Coronación de la Virgen María. “El pintor más célebre de la Italia del siglo XVII fue particularmente famoso por la elegancia de sus composiciones y la belleza y gracia de sus cabezas femeninas, lo que le valió el epíteto de ‘Divino’”, según reseña el Metropolitan Museum of Art.
La Iglesia honra con culto litúrgico a tres figuras de ángeles. “El primero es Miguel Arcángel (cf. Dan 10, 13.20; Ap 12, 7; Jdt. 9). Su nombre expresa sintéticamente la actitud esencial de los espíritus buenos: ‘Mica-El’ significa, en efecto: ‘¿¡Quién como Dios!?’. En este nombre se halla expresada, pues, la elección salvífica gracias a la cual los ángeles ‘ven la faz del Padre’ que está en los cielos” (Juan Pablo II, miércoles 6 de agosto de 1986)
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