Los pasos que sigue la Iglesia católica para designar a una persona como santo consta de cuatro etapas, en la primera y en la segunda con una participación diocesana, en tanto que desde la segunda y hasta la cuarta, que concluye con la canonización, hay una intervención romana. A continuación te explicamos cada una de las etapas que se deben cumplir para que una persona sea aprobada por el Papa en turno para que se le proclame como santo.
El proceso para que una persona sea proclamada santo por la Iglesia católica inicia en la Congregación para las Causas de los Santos, que es el organismo de la Curia Romana encargado de supervisar el proceso que conduce a la canonización de los santos.
Para iniciar dicho proceso se requiere inscribir el nombre de quienes han vivido las virtudes en grado heroico en el libro de los santos, en donde están enlistados quienes han seguido fielmente a Cristo y cuyas vidas son un modelo seguro que nos lleva a imitar al Señor Jesús, que pasó por el mundo haciendo el bien (Hch 10, 38).
El primero de los cuatro pasos que se debe dar para que una persona sea designada como santo por la Iglesia Católica es introducir las causas de beatificación del o de los fieles que hayan fallecido con fama de santidad, y que ésta sea constante, creciente y difundida en diversos lugares.
Por ello, es importante destacar que para introducir una causa de beatificación se exige que haya transcurrido un plazo de cinco años después de la muerte del fiel y que no hayan pasado cincuenta años.
Para que la Santa Sede determine que una persona puede ser designada como santo se requiere que se cumplan cuatro pasos.
La primera etapa del camino que se sigue para que una persona sea designada santo la inicia el Obispo diocesano presentando ante el Vaticano se inicie la Causa y este proceso, que concluye con el reconocimiento del postulado como Siervo de Dios, consta de tres momentos:
Un vez que la persona alcanzó la designación de Siervo de Dios por parte del Vaticano, en la segunda etapa se busca que se le nombre como Venerable, esto es, el título que se da a una persona fallecida que vivió las virtudes cristianas “de manera heroica”. Esta parte del camino a la canonización para decretar a una persona como santo comprende cinco pasos más:
Una vez que una persona es designada Venerable, en el tercero de los pasos del proceso para lograr su reconocimiento como santo, se busca que sea beatificada y para ello es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión. Dicho milagro se debe probar a través de una instrucción canónica especial, que incluye el parecer de un comité de médicos y de teólogos.
Para que se alcance la beatificación se deben cumplir cinco momentos:
Cabe subrayar que la beatificación es una primera respuesta oficial y autorizada del Santo Padre a las personas que piden poder venerar públicamente a un cristiano que consideran ejemplar, con la cual se les concede permiso para hacerlo. La fórmula se dice precisamente en respuesta a la petición hecha por el Obispo de la diócesis que ha promovido el proceso. Dicha fórmula de beatificación puede proclamarla alguien distinto del Papa, por ejemplo, un cardenal, en nombre del Santo Padre.
La beatificación, uno de los pasos para hacer santo a una persona, no impone nada a nadie en la Iglesia. Pide, eso sí, el respeto que merece una decisión del Papa, y el que merece la piedad de los hermanos cristianos. Por esto la memoria de los beatos no se celebra universalmente en la Iglesia, sino solamente en los lugares donde hay motivo para hacerlo y se pide. Incluso en estos casos, excepto cuando se trata del fundador de una congregación, o de un patrono, o de la Iglesia donde está enterrado, la memoria es siempre libre y no obligatoria, para respetar el carácter propio de la beatificación.
La cuarta y última etapa para que una persona alcance la designación de santo se enfoca sobre todo a conocer y aprobar un segundo milagro que se haya presentado por medio de la intercesión del postulado. Esta etapa consta de cuatro momentos:
Es importante destacar que canonizar significa declarar que una persona es digna de culto universal, por medio de un decreto que concede la veneración eclesiástica pública de un individuo. La canonización se lleva a cabo mediante una solemne declaración papal de que una persona está, con toda certeza, con Dios. Gracias a tal destreza, el creyente puede rezar confiadamente al santo en cuestión para que interceda en su favor ante Dios.
El nombre de la persona designada se inscribe en la lista de los santos de la Iglesia y se le “eleva a los altares”, es decir, que se le asigna un día de fiesta para su veneración litúrgica por parte de la Iglesia entera. La canonización es un acto solemne del magisterio ordinario pontificio que se extiende a toda la Iglesia y obliga a todos los católicos a creer en ella.
Artículo actualizado: 24 de mayo de 2024
El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…
Esta web usa cookies.