Los católicos sabemos que la muerte no es el final del camino. Foto: Luis Ángel Espinosa/ Cathopic.
La Iglesia Católica nos enseña que con la oración por el eterno descanso podemos ayudar a nuestros difuntos a llegar al Cielo, y, que a su vez, es una forma de aceptar la voluntad de Dios, por más que nos duela la pérdida de un ser querido.
El padre Sergio Román, sacerdote emérito de la Arquidiócesis de México recomienda realizar oración con resignación, pero de manera confiada, pues para los católicos la muerte no es el fin, nosotros le decimos a Dios: “Tú sabes lo que haces, te tengo confianza, aquí está, pongo mi pena en tus manos”.
Dios mío, te has llevado a una persona que mucho amaba en este mundo.
Pero tú lo has querido así; cúmplase en todo Tu santísima voluntad.
El gran consuelo que me queda es la esperanza
de que Tú lo/la has recibido en el seno de Tu misericordia
y que Te dignarás algún día a unirme con él/ella.
Si la entera reparación de sus pecados, lo/la detienen aún en las penas del purgatorio
te ofrezco por él/ella todas mis oraciones y buenas obras,
principalmente mi resignación ante esta pérdida.
Haz, Señor, que esta resignación sea entera y digna de Ti
Concédele, Señor, el descanso eterno y que le ilumine Tu perpetua luz.
Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
Amén.
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