La oración puede surgir desde el reclamo o la tristeza: Dios escucha incluso el clamor del corazón roto. Foto: Especial
¡No sé cómo resolver mi situación económica!, ¡No sé qué decirle a mi hijo adolescente!, ¡No sé cómo salir de este problema! Estas y muchas otras frases reflejan lo que tantas personas viven cada día, la incertidumbre, cansancio y la sensación de no tener control sobre la vida. Sin embargo, en medio de esa realidad surge lo que se conoce como “la oración del no sé”, un modo de rezar que nace de la humildad y del abandono confiado en Dios.
No es una fórmula escrita ni una plegaria formal. Es una actitud del corazón que se atreve a decir “Señor, no sé qué hacer, pero me abandono en ti”. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la oración es la elevación del alma a Dios (CIC 2559), y cuando no sabemos qué pedir, la Biblia nos recuerda que es el Espíritu Santo quien ora en nosotros. “Somos débiles, pero el Espíritu viene en ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, con gemidos inefables” (Romanos 8,26).
De esta manera, el “no sé” deja de ser una expresión de derrota para convertirse en el detonante de la verdadera oración, es decir, la fe pura que se entrega a la voluntad de Dios.
La Sagrada Escritura nos da palabras concretas para esos momentos de confusión:
El Papa Francisco también señaló que la oración no siempre necesita grandes discursos. “La oración es el aliento de la fe, es su expresión más adecuada. Como un grito que sale del corazón de los que creen y se confían a Dios. El corazón abierto, aunque diga ‘Señor, no sé qué decirte’, es ya una oración” (Audiencia General, 6 de mayo de 2020).
San Pablo también lo expresó “El Señor está cerca. No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión, presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica” (Filipenses 4,5-6). Así, la oración del “no sé” no es rendirse a la desesperanza, sino abandonarse con confianza en las manos de Dios, seguros de que Él guía cada paso aunque no veamos el camino.
Te compartimos esta oración, una propuesta de Desde la fe para esos momentos en los que no sabes qué hacer.
Señor mío,
hoy no sé qué hacer con mis problemas,
no sé cómo resolver lo que me preocupa,
ni cómo encontrar la salida a mis dudas.
No sé qué palabras decir,
pero Tú conoces mi corazón.
En medio de mi fragilidad,
te entrego mis miedos y mis silencios,
mis cargas y mis incertidumbres.
Confío en que Tú eres mi luz y mi refugio,
y aunque no entienda el camino,
quiero descansar en tus manos.
Que mi “no sé” se transforme en un
“me abandono a Ti, Señor”,
porque sé que tu amor nunca falla.
Amén.
Las posadas navideñas tienen raíces teresianas. Conoce cómo Santa Teresa de Ávila influyó en esta…
En el aniversario de dos decretos del Concilio Vaticano II, el Papa León XIV publica…
En los últimos siete años se ha contraido la inversión privada, por desconfianza al gobieno…
En “Les pido posada”, Dios mismo —en la voz de San José— nos pide abrir…
Jesús nace en un pesebre y nos enseña que ninguna vida sobra. El belén como…
La historia de Santa Clotilde revela cómo la fe, la paciencia y la oración transformaron…