La flor de Nochebuena, originaria de México, es uno de los símbolos más representativos de la Navidad cristiana. Foto Especial
** Esta nota se actualizó el 24 de diciembre de 2025
La flor de Nochebuena es una de las grandes aportaciones de México a la Navidad. Su color rojo intenso, su forma estrellada y su presencia constante en hogares, iglesias y espacios públicos la han convertido en un símbolo inseparable del nacimiento de Jesús durante esta temporada.
Aunque hoy se utiliza en distintos países como adorno navideño, su historia, origen y significado tienen profundas raíces mexicanas y un sentido espiritual que vale la pena conocer.
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Desde la época prehispánica, la flor de Nochebuena era conocida por los pueblos originarios con el nombre de cuetlaxóchitl, palabra que tiene diversas interpretaciones y que hacía referencia tanto a su uso ornamental como medicinal.
Su presencia quedó documentada en el Códice Florentino, elaborado por fray Bernardino de Sahagún, donde aparece ilustrada y clasificada. Más tarde, el médico Francisco Hernández, encargado del primer estudio botánico de México durante el reinado de Felipe II, también la describió en sus investigaciones, que fueron archivadas en El Escorial.
La proyección internacional de la flor ocurrió en 1825, cuando Joel Poinsett, embajador de Estados Unidos en México, quedó cautivado por su belleza y la llevó a su país. Desde ahí comenzó su difusión mundial bajo el nombre de poinsettia, denominación que aún se utiliza en varias regiones.
Aunque Estados Unidos impulsó su expansión, el origen de la flor de Nochebuena es indiscutiblemente mexicano, y su nombre varía de país a país según la tradición local.
Actualmente existen más de 100 variedades de la flor de Nochebuena, muchas de ellas obtenidas mediante procesos de experimentación. Las hay en tonos blancos, amarillos, rosados, naranjas o con vetas decorativas; sin embargo, la variedad roja sigue siendo la más conocida y la que conserva el simbolismo navideño más fuerte.
En su estado natural, este arbusto puede alcanzar hasta cuatro metros de altura, aunque las versiones de invernadero son las más utilizadas como ornamento en mesas, hogares y templos.
La elegancia de la flor de Nochebuena ha sido adoptada por el arte y la cultura popular: aparece en pinturas, estampillas postales, escaparates comerciales y medios de comunicación, casi siempre vinculada con la Navidad.
Su presencia también tiene un impacto social y económico, ya que su cultivo y comercialización generan empleo cada año para miles de familias, tanto en México como en otros países productores.
Más allá de su belleza, la flor de Nochebuena remite al nacimiento de Jesús en Belén. Por ello es común verla en iglesias, junto a los nacimientos o belenes, especialmente desde los primeros años de la evangelización, cuando se aprovechó la forma estrellada de sus hojas como símbolo cristiano.
Durante el invierno, esta planta embellece calles, jardines, edificios públicos y templos, recordando visualmente el misterio de la Encarnación.
La flor de Nochebuena es originaria de México y crece de forma natural en estados como Morelos, Guerrero, Puebla, Veracruz y Michoacán, donde todavía se cultiva como arbusto silvestre.
Aunque se le atribuyeron propiedades medicinales desde la antigüedad, existe un dato curioso que suele pasar desapercibido.
Aunque comúnmente se piensa que lo rojo es la flor, en realidad la flor verdadera es pequeña y de color amarillo, ubicada en el centro de la planta. Lo que se vuelve rojo en invierno son sus hojas, conocidas como brácteas, las cuales han convertido a la Nochebuena en un símbolo inseparable de la Navidad.
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