Algunos sacerdotes acostumbran celebrar en sus parroquias las llamadas Misas de Sanación por lo menos una vez al mes. Si bien sustancialmente no parecen diferentes a las Misas que se celebran de manera ordinaria, para algunos fieles son celebraciones muy especiales.
Incluso, hay quienes prefieren las Misas de Sanación por encima de las Misas dominicales, que son las más importantes para la vida de la Iglesia. Y es que consideran que quienes participan en las Misas de Sanación reciben gracias especiales para superar la enfermedad, para vivir con ella o para soportar los sufrimientos que ésta le ocasiona.
También llega a haber, incluso, quienes participan de las Misas de Sanación por sospechar que son presa de algún mal espiritual y desean liberarse de él, a la manera de un exorcismo.
Para quienes consideran que las Misas de Sanación son celebraciones extraordinarias que ofrecen gracias especiales para superar la enfermedad, vivir con ella o soportar los sufrimientos que ésta conlleva, basta decir que este es el propósito de la Unción de los Enfermos. Sacramento que administra el sacerdote a personas enfermas o en peligro de muerte.
Cuando este sacramento se administra durante una Misa, generalmente se hace después de la Liturgia de la Palabra y antes de la Liturgia Eucarística. La Unción de los Enfermos se administra a cualquier persona bautizada que, por enfermedad o vejez, tenga la intención de recibirla.
La Misa, como tal, es el mayor exorcismo desde una visión profunda del Sacramento. Sin embargo, la práctica concreta de los exorcismos es facultad del Obispo de cada diócesis o de sacerdotes designados por él.
Si bien una persona que participa de una Misa de Sanación puede ser liberada por Dios de algún mal, esto no es exclusividad de este tipo de celebraciones. Las liberaciones son exclusivas de la voluntad de Dios, quien así lo decide para el crecimiento de la persona.
De manera que una liberación también puede ocurrir en una Celebración Eucarística que no tenga tal connotación. Dios, en su infinita sabiduría, es quien elige el momento de otorgar esta gracia a una persona que es presa de un mal de orden espiritual.
Son Celebraciones Eucarísticas en las que, en efecto, se pone un acento especial en las peticiones relacionadas con la salud, sean del cuerpo o del alma. Sin embargo, estas Misas se llevan a cabo a solicitud de la Iglesia, y no por demanda de los fieles.
Aunque en esencia ninguna Misa es diferente, en las Misas de Sanación suelen participar fieles que atraviesan por situaciones semejantes, o grupos de fieles denominados carismáticos, que agregan oraciones adicionales a manera de invocación al Espíritu Santo, para pedirle el don de la Salud.
Esto es bueno, en el sentido de que la oración de fe, hecha en unidad, puede ganar gracias específicas en algún momento particular de la vida de una persona o de un grupo de personas que elevan a Dios sus intenciones en común unión. Esto siempre es para gloria de Dios, para bien de los fieles y para la salvación de sus almas.
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