Foto: Archivo
Los diáconos ocupan el tercer lugar dentro de la jerarquía de la Iglesia católica, después del obispo y el presbítero. Pero, ¿sabes qué son y cuál es su función?
Antes que nada, es necesario explicar que hay dos tipos de diáconos: permanentes y transitorios. Los primeros pueden estar casados y su función es servir al obispo en su ministerio en algunas funciones específicas. Los transitorios, por su parte, reciben el tercer grado del orden aproximadamente un año antes de ser ordenados presbíteros, y toman este tiempo como preparación.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, a ellos les corresponde “asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios, sobre todo de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del Matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad.
En resumen: Ayudan en el servicio del altar, predican la Palabra de Dios, celebran Bautismos y Matrimonios, presiden los ritos funerales, organizan la caridad eclesial.
No celebran la Eucaristía, no pueden confesar a los fieles ni ungir a los enfermos.
En general, los seminaristas, antes de ser ordenados presbíteros, recibirán el sacramento sacerdotal en el grado de diaconado.
En el caso de los diáconos permanentes, quienes sientan el llamado de Dios a servirlo en esta vocación deben cumplir los siguientes requisitos:
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