¿Por qué la gente se duerme en Misa? Esta pregunta no sólo me la he hecho yo; también hay muchos fieles que, sobre todo en confesión, se acusan –con un sentido de culpa, digno de confesar (para ellos)- de dormirse durante la Santa Misa, principalmente en la homilía, y no saben exactamente por qué ocurre eso.
En lo personal, le he buscado una respuesta a esta pregunta. A veces me cuestiono: ¿Seré yo quien los arrullo? Otras veces me lavo las manos diciendo: es culpa de los fieles, que desconocen el valor de la Eucaristía.
Y al final, me he puesto a reflexionar que el hecho de que los fieles se duerman en Misa tiene múltiples factores. Me gustaría enumerar por lo menos 10.
1.Creo que el primer error, que nos predispone inconscientemente, es que uno va a la iglesia a oír Misa, cuando a lo que se va es a participar de la celebración Eucarística; se trata de una celebración festiva.
2.También es cierto que algunos fieles llegan muy cansados del ajetreo diario o porque se desvelaron un día antes, mientras que el sacerdote, por la propia carga pastoral, también sale cansado a celebrar. Esto –créamelo- resta vitalidad a la participación, alegre y consciente, de la Santa Misa.
3.Debemos reconocer también que algunas veces tanto los sacerdotes como la comunidad somos indiferentes (con nuestras actitudes) al gran Misterio, y participamos, tristemente, sólo por cumplir con una obligación.
4.Otro factor –creo yo- es porque no nos sentimos parte de esa comunidad, de esa familia, reunida en torno a Cristo, en torno a la mesa del Banquete Divino. Participamos de la Misa como si sólo fuera para nosotros.
5.También debo señalar que a veces los sacerdotes no generamos un ambiente apropiado para que los fieles centren su atención, sin distracciones, en el gran Misterio. Tenemos un templo sucio, mal iluminado, sonido pésimo, malos lectores, etc. Por ello, al no escuchar y no entender, la gente se aburre y le invade el sueño.
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6.También es un hecho que, si el sacerdote se alarga mucho y no dice cosas concretas surgidas de la Palabra de Dios, aburre a los fieles. Lo mismo pasa cuando es muy repetitivo, con ideas que a veces son más personales que eclesiales, pues no se centra en lo que la Palabra de Dios nos lleva a escuchar. O cuando usamos la homilía sólo para regañar.
7.Por otra parte, he visto que los fieles se mantienen despiertos cuando el sacerdote les dice cosas bonitas, cuando les cuenta chistes (o chismes). Pero cuando se trata de cosas que verdaderamente hacen crecer y madurar a los fieles en su fe, entonces algunos terminan por distraerse o por dormirse.
8.Otro factor es cuando las homilías las ocupa el sacerdote para presumir o sobresalir, dejando fuera a Cristo Pastor y Maestro ¡Ay, que flojera! Quien debe hablar y a quien debemos escuchar y seguir es a Cristo. Y qué decir cuando la Misa se convierte en un espectáculo y desplaza la Palabra y la Comunión Eucarística, y no aterriza en alimentarnos del Pan en la misma Mesa.
9.Pero también es cierto que algunos fieles no tienen claro que la Misa no es sólo para aprender, sino también para celebrar. Y al celebrar se aprende y se crece en al amor, y nos lleva a la comunión: “Un solo Señor, una misma Fe, un solo Dios y Padre”. Pero no se trata de celebrar de una manera intimista e individualista, sino de mirar y unirme al hermano que está junto a mí, pues con él formo la gran familia de los hijos de Dios “reunidos”.
10.De igual manera nos hace falta entender y aprovechar que la Liturgia Eucarística no es la homilía, sino el conjunto celebrativo, desde el inicio de la Misa hasta que llegamos a la Consagración (Plegaria Eucarística), y así poder comulgar, al recibir el Cuerpo de Cristo, el Pan de vida eterna. En la Misa, la homilía no es lo más importante, cada parte de la liturgia tiene su importancia, por eso se nos pide “Misa entera”.
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Cuando alguna persona me dice que se aburre en la Misa y me pregunta qué hace para no dormirse, pues por más que intenta le da sueño, le digo: “Ponte a criticarme y critica a los sacerdotes, lo que decimos”. Después de que se queda perpleja, le aclaro: “Es que así vas a poner atención y vas a entender lo que hacemos y por qué lo hacemos; te vas a involucrar y saldrás de la apatía; vas a escuchar y vas a participar de una manera más consciente”.
Hace años, en mi etapa formativa, tuve una maestra que nos daba oratoria. No aprendí mucho, pero me quedó muy grabado esto que nos dijo en torno a la homilía: “La homilía tiene que ser como la minifalda, corta y que enseñe mucho”.
Y, por cierto, si por más que luchas por no quedarte dormido te da sueño, cambia la postura ¡párate a un lado! ¡No pasa nada!
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