La quema de Judas el Sábado de Gloria de la Semana Santa, es una de las tradiciones que ha enriquecido nuestro folklore, y aunque su origen está perdido en el tiempo, es poco probable que haya surgido en los primeros años de la etapa virreinal, entre otras cosas, por la falta de papel, lo que llevó en varias ocasiones al reciclaje del mismo, como consta en una carta de Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, e impulsor de la primera imprenta.
Con toda certeza, esta tradición existía en el siglo XIX, ya que la Marquesa Calderón de la Barca, esposa del primer embajador de España en el México independiente, en una de sus cartas escritas en 1848, habla sobre la quema de los Judas: “De repente se oyó el ruido de las matracas, una especie de juguete de madera o de plata, que todo el mundo hace sonar los últimos días de la Semana Santa. Aparecieron las grandes figuras de cartón, que llaman Judas, llenas de pólvora y cohetes, representación del traidor, que en la tarde del Viernes Santo se venden para quemarlas en la mañana del Sábado de Gloria. Por encima de la multitud se podían ver estas espantosas figuras que los vendedores exhibían en largas varas de madera.”
Los Judas son muñecos hechos de cartón, en ocasiones rellenos de pólvora, generalmente pintados de rojo y con la figura de un diablo con cuernos; así se identifica a Judas, el Apóstol que vendió a Jesús por 30 monedas.
En la segunda mitad del siglo XX, el uso de la pólvora con fines de pirotecnia fue reglamentada con rigor por causas de seguridad pública, razón por la que la tradición se fue perdiendo y la quema de Judas solo se permite en presencia del cuerpo de bomberos o de protección civil, para evitar alguna tragedia.
El muralista Diego Rivera realizó algunos monumentales judas que aún se conservan en el museo de su Casa-Estudio, y la tradición aparece en algunas pinturas de artistas mexicanos. Una de las personas que contribuyó notablemente a esta tradición fue Don Pedro Linares, el autor de los célebres alebrijes que cobraron fama internacional, y cuyo linaje ha continuado con las obras de arte en cartón pintado.
En ocasiones, aún se pueden ver vendedores de Judas por las calles, sin embargo, ya se venden sin pólvora, como simples artesanías. La quema de los judas, sin embargo, aún existe con permiso de la autoridad, en lugares como en la vecindad del Mercado de Sonora, o el Peñón de los Baños.
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