Un elemento fundamental en el mensaje y la vida de Jesús de Nazaret fue la liberación de formas de pensar erróneas que las personas tenían acerca del misterio de Dios, del misterio del ser humano y de las relaciones entre los hombres con Dios y de los hombres entre sí.
Uno de los errores más comunes y contra el cual luchó Jesús fue el de considerar que las enfermedades (y la discapacidad en cualquiera de sus formas era considerada en aquel tiempo como enfermedad) eran castigo de Dios por el pecado cometido, ya sea de la persona enferma o de sus ancestros.
Jesús nos revela, por el contrario, a un Padre bueno, tierno y misericordioso, que hace llover su bendición sobre buenos y malos, sobre justos e injustos. Él no quiere que el hombre sufra o esté enfermo. Esto nos lo muestra Jesús sanando enfermos e incluyendo entre los invitados a su mesa a toda clase de personas consideradas pecadores (enfermos, prostitutas, recaudadores de impuestos, etc.). Él, simplemente, no es capaz de discriminar o excluir a nadie; el Reino de Dios es para todos, sin excepción.
Esto lo muestra plásticamente el evangelio de Marcos 2, 1-12 cuando nos narra el pasaje de la curación del paralítico que llevan entre cuatro ante la presencia de Jesús; al llegara la casa donde está el Maestro los cuatro no pueden entrar por la puerta, suben al techo, abren un boquete y descuelgan desde allí al paralítico para que se encuentre con Jesús. La enfermedad era un estigma de pecado, nadie quería entrar en contacto con los enfermos por temor a contagiarse con la impureza.
Para los cuatro (símbolo de los discípulos, de la Iglesia) que cargan al paralítico y más aún para Jesús, lo único que importa es acoger al enfermo con amor, sanarlo, devolverle la dignidad, incluirlo nuevamente en la sociedad. Y es así como Jesús lo sana, lo empodera y lo envía al mundo para que dé testimonio del amor del Dios liberador. Los discípulos de Jesús estamos llamados a ir, como Jesús, haciendo el bien a todos los que hoy son expoliados, excluidos y discriminados, para mostrarles que todos somos iguales, todos hijos de un mismo Padre.
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