Cuando el cura Miguel Hidalgo levantó al pueblo en armas, iniciando así la lucha por la Independencia, la Virgen de Guadalupe era conocida y amada en todo el territorio nacional y más allá de nuestras fronteras actuales , de modo que su imagen fue tomada como estandarte, precisamente por el gran número de fieles que ya unía.
Las banderas con la Sagrada Imagen se multiplicaron y Ella se convirtió en símbolo de unidad, forjadora de una patria libre y soberana.
No es de extrañar, pues, que uno de los principales caudillos de la Independencia cambiara su nombre: José Miguel Ramón Adaucto Fernández Félix por el de Guadalupe Victoria, imprimiendo con ello dos sentidos a su vida, uno plenamente religioso, su devoción por la Virgen de Guadalupe, a quien se encomendó; el segundo, reflejaba su deseo por la victoria de la Independencia.
Guadalupe Victoria tuvo una formación religiosa desde los primeros años de su vida. Nació en 1786 en Tamazula, que pertenecía a la provincia de Nueva Vizcaya, el actual Durango, donde estudió en el Seminario y posteriormente, hacia 1811, se trasladó a la Ciudad de México como alumno del colegio jesuita de San Ildefonso.
Frente a las injusticias sociales que prevalecían decidió sumarse a la lucha y abandonó los estudios para alistarse en las filas rebeldes. En 1812 formaba parte del ejército del cura José María Morelos y Pavón y de Hermenegildo Galeana al momento en el que se tomó la ciudad de Oaxaca que estaba en manos de los realistas. Fue por aquellos días cuando decidió cambiar su nombre.
En 1814, tras la derrota de Morelos, Victoria fue designado como Jefe revolucionario en Veracruz, entidad en la que ya había combatido al lado de Nicolás Bravo, donde intimidaba a los convoyes realistas que se dirigían a la capital del virreinato. Defendió los puertos de Nautla y Boquillas de Piedras, aunque los realistas consiguieron recuperarlos más tarde.
A pesar de que el gobierno concedió una amnistía a los insurgentes que depusieran las armas, Victoria continuó en la lucha hasta 1817, cuando sufrió una derrota y lo abandonaron sus hombres, mientras él, con su fe religiosa en el movimiento liberador, se refugió en las cuevas veracruzanas donde permaneció hasta 1821.
Viajó a San Juan del Río, Querérato, donde se encontraba Agustín de Iturbide, al parecer con la intención de modificar algunos puntos del Plan de Iguala. Regresó a Veracruz donde siguió luchando por sus nobles ideales al lado de Antonio López de Santa Anna, y con ello, empezó a figurar de manera importante en la política nacional.
En 1823, Agustín de Iturbide abdicó y marchó al exilio. Guadalupe Victoria se integró al Supremo Poder Ejecutivo y un año después se sancionó el Acta Constitutiva de la Federación, la Constitución de 1824 en la que se eligió a Victoria como primer presidente de México.
Entre sus principales acciones destacan su intensa actividad diplomática para logar el reconocimiento internacional de México como país soberano; obtuvo un préstamo de Inglaterra y expulsó a todos los españoles y el reordenamiento de la administración pública y la reconciliación nacional.
Permaneció en la presidencia de México hasta 1829 y se retiró a su hacienda de Jobo en Veracruz. Fungió como senador por Durango y Veracruz de 1832 a 1834, y simultáneamente combatió rebeliones en Veracruz y Oaxaca, y más tarde fue gobernador interino de Puebla.
En 1838 asumió la comandancia general de Veracruz ante la amenaza de la guerra con Francia. En 1841 contrajo matrimonio con María Antonia Bretón y Velázquez. Murió en la fortaleza de San Carlos, en Veracruz.
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