“¡Que Dios ayude a mi pobre alma!”, fueron las últimas palabras que -de acuerdo con los biógrafos de Edgar Allan Poe– pronunció este extraordinario escritor norteamericano el día de su fallecimiento, el 7 de octubre de 1849, a los 40 de edad.
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Y es que, en efecto, Edgar Allan Poe -nacido el 19 de enero de 1809- era un alma atormentada, como lo muestran sus cuentos góticos -o de terror- en los que exteriorizaba parte de su personalidad, como “El Cuervo”, una de las obras más conocidas de su genio creativo.
El célebre escritor dejó una herencia literaria de tal envergadura, que influyó en escritores como Baudelaire, Dostoyevski, Franz Kafka y hasta en el mismísimo Arthur Conan Doyle, creador del famoso detective Sherlock Holmes.
La vida de Edgar Allan Poe estuvo volcada a la literatura, al alcohol, a los enamoramientos desastrosos y los dramas familiares, para empezar porque sus padres murieron cuando era niño, y él y sus hermanos fueron adoptados por diferentes familias. El pequeño Edgar creció en el seno de un matrimonio de Richmond (Virginia), del cual tomó el apellido Allan.
Fue bautizado en 1812 en la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos, de comunión Anglicana, y en su juventud, durante su estadía en Escocia -de donde era originario su padre adoptivo- asistía a la iglesia con regularidad; en su desordenada vida de adulta, sólo en ocasiones.
Aunque no era católico, tenía un espacio en su corazón para la belleza que representa la Virgen María como Madre de Dios, razón por la que, en su recopilatorio de poemas de 1846, incluyó el poema “For Annie” (Para Ana), en el que la protagonista reza a la Reina de los Ángeles, así como un himno titulado “Himno católico”.
El origen de su himno a María está relacionado con una cuestión vivencial: mientras Edgar Allan Poe pasaba por una calle ruidosa a las 12 del día -relatan algunos biógrafos-, oyó sonar las campanas de una iglesia. “¿Por qué sonaran a esta hora?”, se preguntó. Entró a la iglesia, que era de jesuitas, y uno de ellos le explicó que era la llamada al rezo del Ángelus, la oración que celebra la Encarnación, el “sí” de María, misma que ellos rezaban a las 12 de la mañana y a las 12 de la noche”.
Poe tenía entonces 26 años, se había criado en Estados Unidos y Gran Bretaña, y tenía poco acceso a la cultura católica, así que era la primera vez que oía hablar de la oración del Ángelus, la cual llamó su atención, porque era un hombre que buscaba siempre la elegancia, y percibía una gran belleza en el saludo a la Virgen.
De acuerdo con el medio ChurchPop, el himno católico a la Virgen María se publicó por primera vez en 1835 como parte de su cuento Morella. Y diez años después, como un poema independiente, para entonces fue titulado simplemente “Himno”.
En la aurora, a mediodía, y en el desvanecente crepúsculo
¡María, has escuchado mi himno!
En las alegrías y en las tristezas, en lo bueno y en lo malo,
¡Madre de Dios, quédate conmigo!
Cuando las horas volando transcurrieron,
y no oscurecía el cielo una nube,
quizá para que mi alma negligente no se extraviara,
tu gracia la guio hacia la tuya y hacia ti;
y hoy, cuando las tempestades del destino
cubren sombrías mi presente y mi pasado,
¡permite que mi futuro brille rutilante
con dulces esperanzas, tuyas y mías!
Con información de Religión en Libertad, Church Pop y Cari Filii
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