San Lucas no conoció a Jesús. Era un médico sirio griego, prosélito de Antioquía; es decir, se agregó a la comunidad salido del paganismo, aunque algunos autores dicen que su madre era judía y que, por lo tanto, adoraba o conocía al verdadero Dios. Lleno de entusiasmo se unió a los cristianos y muy pronto acompañó, en el lugar de Juan Marcos y de Bernabé, a san Pablo en sus viajes misioneros de los cuales hizo un relato detallado en los Hechos de los Apóstoles, del cual es también el autor sagrado.
San Pablo habla de san Lucas como del único acompañante en sus últimos momentos. Posiblemente ejerció con el anciano y enfermo Pablo su oficio de médico.
La tradición nos presenta a un san Lucas detective o periodista que investiga, busca, rebusca y encuentra datos de Jesús que los demás evangelistas no nos trasmiten. Sentía hambre de conocerlo.
Según la tradición, visitó a la Virgen María y la entrevistó para darnos la maravillosa historia de la infancia de Cristo y de Juan el Bautista.
Sigue contando la tradición que san Lucas era, además, pintor. Amigo de la Virgen, le pidió que le permitiera pintarla, y ella aceptó. La historia nos cuenta también que en el Siglo V la emperatriz Eudoxia envió a santa Pulquería, emperatriz bizantina, una imagen de nuestra Señora pintada en Jerusalén por san Lucas. Muchos templos del Oriente presumen tener el original, o al menos una copia, de esa pintura de la Virgen.
Muerto san Pablo, predicó en Grecia y murió en Beocia a los 84 años.
San Gregorio Nacianceno dice que fue mártir, pero no consta su martirio.
Sus restos fueron trasladados por Constantino II de Beocia a Constantinopla.
El símbolo de san Lucas es el Toro alado, porque comienza su relato con el sacrificio en el templo.
Es patrono de los pintores y su fiesta se celebra el 18 de octubre.
San Lucas dedicó tanto su Evangelio como los Hechos de los Apóstoles a un personaje llamado Teófilo (el que ama a Dios) del que se supone que es un cristiano de origen griego y que, por su situación económica, podía mandar copiar el manuscrito de Lucas y hacerlo llegar a otras comunidades cristianas.
Compañero de Pablo, como Marcos lo fue de Pedro, se esforzó en ser intérprete de Pablo y en recalcar las ideas paulinas. En un idioma usado con mucha propiedad, escribe para los cristianos de ambiente griego.
El Evangelio fue escrito con fuentes comunes a los otros evangelistas sinópticos, siguiendo el esquema de Marcos en general y tomando a Mateo en algunos capítulos. Fue escrito antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70, posiblemente en Roma.
1) Prólogo e infancia de Jesús. Lc 1, 1 al 2, 52.
2) Historia de Juan Bautista, inicio de la vida pública de Jesús y actividad en Galilea. Lc 3 al 9, 50
3) Viaje de Jesús a Judea. Lc 9, 51 al Le 18,29
4) Actividad de Jesús en Judea y Jerusalén. Lc.18,31 al Lc 21, 38
5) Historia de la Pasión, Resurrección y Ascensión. Lc 22,1 al Lc 24. 53.
El pueblo hebreo es el pueblo escogido de Dios por encima de todos los demás pueblos. Los primeros cristianos pertenecieron a este pueblo, de allí que sintieran cierta exclusividad sobre la doctrina de Jesucristo. Les costó mucho trabajo aceptar que el mensaje de salvación de Jesús es universal.
Aunque los apóstoles que conocieron a Cristo sabían de esa universalidad, se limitaron en su predicación a los ambientes judíos de las naciones a las que fueron enviados a predicar el Evangelio. San Pablo rompe con ese esquema y se dedica a predicar el Evangelio a los gentiles. Lucas, eco de Pablo, manifiesta en su Evangelio la universalidad del mensaje, resaltando aquellos pasajes en los que se habla de los gentiles.
Es también el evangelista que más resalta la bondad y la misericordia de Jesús. También da a la mujer un lugar especial en el trato de Jesús.
Pero, sin duda, lo que más le agradecemos a Lucas es ese Evangelio de la infancia en el que nos muestra la historia antes de la historia. Si Lucas no fue pintor, merecería serlo por haber inspirado a tantos sobre las bellas imágenes de la anunciación y del nacimiento de Jesús.
Es el evangelista del gozo de la salvación mesiánica de la cual él mismo se siente objeto sin ser judío.
Es, finalmente, el evangelista que habla más de la acción del Espíritu Santo en la vida de Jesús y de sus discípulos. En los Hechos de los Apóstoles es tan notoria esta intervención del Espíritu Santo que suele llamarse “el Evangelio del Espíritu Santo”.
En general, vemos en este evangelio la alegría de un hombre que conoció a Jesús, se entusiasmó por él y se empeñó en darlo a conocer a todos los que pudo para que pudieran vivir el gozo que él mismo sentía.
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