En la Iglesia Católica se le llama don de lenguas a una facultad milagrosa concedida por el Espíritu Santo a una persona. Pero, ¿es un don para todos?, ¿cómo lo puedes recibir?, ¿cómo se manifiesta?, ¿qué dice la Biblia? En este artículo te lo explicamos.
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El don de lenguas se manifiesta básicamente de tres maneras:
1. Como un don milagroso para hablar un idioma o lengua que no se ha aprendido por la vía natural. Este don se manifestó en Pentecostés, cuando los apóstoles quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse (Hechos 2,4).
2. Como un don para profetizar en un lenguaje ininteligible o desconocido por los presentes. Estas palabras pueden ser interpretadas por alguien que tenga el don de interpretación, ya sea porque conoce el lenguaje naturalmente o por un don especial.
3. Orar en lenguas. Este don es muy diferente a los otros dos, pues por medio de él se expresa, con sonidos ininteligibles, la devoción que no se puede poner en palabras.
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San Pablo, en Romanos 8,26-27, nos explica que el mismo Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero ese Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
En entrevista para Desde la fe, el P. Ernesto Torres, de la Diócesis de Dallas, Estados Unidos, y quien ha asesorado al Movimiento de la Renovación Carismática en el Espíritu Santo por varias décadas, explica que la oración en lenguas es un don por el cual el Espíritu Santo asiste a las personas en su comunicación con Dios, particularmente en la alabanza.
Para el P. Torres, la oración es la forma más importante en la que se manifiesta el don de lenguas. “Es una forma de oración que viene del corazón; es decir, nadie la entiende, ni siquiera la persona que la hace. Es una comunicación íntima entre la persona y Dios, pues a veces, en la profundidad de nuestra oración y meditación, el corazón contiene muchísimos sentimientos que ni las palabras logran expresar”.
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El sacerdote estadounidense explica que no se trata de una lengua humana, es más bien una especie de sonido no entendible que sale de la boca de la persona, pero que expresa un profundo amor a Dios en alabanza y en adoración: “son sonidos que salen de los labios, en una forma de oración muy profunda”.
Son pocas las personas que tienen el don de oración en lenguas. “Cuando éstas se encuentran empapadas del amor de Dios, su corazón no puede contenerse, y reza en alabanza, en adoración y en agradecimiento a Dios”.
Y continúa: “La persona no ora por su propia cuenta, sino que, impulsada por el Espíritu Santo, de pronto siente la necesidad de elevar su mente, pensamiento y corazón hacia Dios”.
Aclara que no todo el tiempo se tiene el don de lenguas, sale de vez en cuando; “nadie puede pretender tenerlo, nadie lo controla, es el poder del Espíritu Santo”.
Por otra parte, considera que nadie debe esforzarse en tener dicho don, pues debe venir de Dios. “Si Dios le quiere dar ese don a una persona, se lo da. Depende del Señor permitir a una persona entrar en profunda comunicación con Él”.
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El sacerdote afirma que la primera vez que esto le ocurrió, se espantó, por lo que se negaba a aceptar el don que el Espíritu Santo le había concedido, porque parecía que no tenía sentido, “pero cuando comencé a experimentar la presencia profunda y fuerte de Dios, lo entendí”.
Continúa: “Cuando una persona se da cuenta que Dios le ha concedido el don de lenguas, debe entenderlo como una forma de oración, y ésta debe ser muy seria, solemne, que no perturbe a otras personas. Debe ir a un lugar privado para hablar con Dios sin perturbar a los demás. Eso es muy importante. No se puede rezar en lenguas durante la Misa, por ejemplo”.
Finalmente, el sacerdote advirtió que algunas personas utilizan el don de lenguas para llamar la atención y hacerse notar en las comunidades, beneficiándose posteriormente de ello, por lo que aclara que de ninguna manera la oración en lenguas es señal de santidad ni de salvación, sino solamente una forma de comunicación espiritual, milagrosa y profunda que Dios permite.
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