En muchos contextos, las palabras “alma” y “espíritu” se usan como sinónimos y en otros no. Junto a ello, la palabra “espíritu” tiene muchas acepciones, pues con ella se puede referir a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, a un fantasma, a un estado de ánimo, etc. Esta diferencia entre espíritu y alma brota de la comprensión del hombre.
La antigua filosofía griega concebía al hombre como un ser formado por una dualidad: cuerpo y alma. Aristóteles afirmaba que el cuerpo y el alma son co-principios del hombre: el cuerpo es el conjunto de partes visibles que forman al hombre y el alma es el principio de vida y, por lo tanto, la responsable de animar un cuerpo.
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El alma que tiene el hombre, respecto a los demás seres vivos, es esencialmente distinta, ya que el alma del hombre es racional, mientras que la de los animales es instintiva.
Los hebreos, por su parte, no tenían esta concepción antropológica, pues ellos entendían la totalidad del hombre como cuerpo y sangre, y, propiamente, en la sangre radicaba el principio de vida.
La reflexión sobre el “aliento de Dios” o el “Ruah” le dará un sentido teológico a la vida del hombre animada por Dios.
San Pablo fue heredero de toda la filosofía griega y la teología judía, por eso, él afirmaba que el hombre tenía una composición tripartita: “Que Él, el Dios de la paz, los santifique plenamente, y que todo su ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo” (1Ts 5,23).
En este sentido, el Catecismo de la Iglesia Católica, explicando la cita bíblica paulina, nos enseña que:
“Esta distinción no introduce una dualidad en el alma. «Espíritu» significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural, y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios” (CEC 367).
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“Espíritu”, en determinados contextos, significa la capacidad que tiene el alma humana de relacionarse con Dios. A partir de esto podemos entender muchas frases muy comunes en la teología:
Por ello, alma y espíritu, aunque algunas veces se usen como sinónimo, en estricto sentido, no son lo mismo. El hombre tiene cuerpo y un alma espiritual, por lo que se afirma que el hombre es capaz de Dios, cualidad que no tiene ningún otro ser en la tierra.
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