La revista Desde la fe cumple 25 años de existencia, y queremos agradecer en primer lugar a Dios, que nos ha dado esta privilegiada oportunidad de servirlo a través de este medio. ¡Gracias, Señor, por tu amor misericordioso! También damos gracias a la Santísima Virgen de Guadalupe, que nos ha acompañado, protegido y animado durante este cuarto de siglo. ¡Gracias, madre bendita, por ser nuestro consuelo e inspiración!
Desde la fe nació el domingo 16 de febrero de 1997 como una iniciativa del entonces Arzobispo de México, cardenal Norberto Rivera Carrera, de llevar -a través de esta publicación- la luz del Evangelio más allá de las comunidades parroquiales; es decir, a los alejados, creyentes y no creyentes.
Esta inquietud fue apoyada de manera entusiasta por el empresario mexicano Mario Vázquez Raña (q.e.p.d.) -entonces presidente de la Organización Editorial Mexicana (OEM)– hasta el día en que fue llamado a la Casa del Padre. A don Norberto y a don Mario, ¡muchas gracias!
Sin embargo, este fascinante trabajo que no tiene otro fin que darle gloria a Dios e iluminar la vida cotidiana de nuestros lectores con la luz del Evangelio, no hubiera sido posible sin el amor y empeño de muchos colaboradores que de forma permanente o eventual han participado a lo largo de este tiempo, aportando sus dones.
Se pueden contar en cientos las personas que en 25 años han plasmado sus letras en las páginas de Desde la fe, sembrando con generosidad y esperanza la semilla que da frutos, la semilla de Cristo. A todos ellos les decimos también: ¡Muchas gracias! Dios los bendiga.
Gracias también a los sacerdotes que han visto en esta revista un medio eficaz de evangelización y que han hecho un esfuerzo por promoverla y distribuirla en sus comunidades. Gracias por animarnos a seguir trabajando, haciéndonos saber que Desde la fe es y seguirá siendo una poderosa herramienta para la construcción del Reino de Dios.
Por su puesto, gracias al cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de México, por haber continuado con este proyecto periodístico-evangelizador, impulsándolo con entusiasmo y profesionalismo, especialmente en el continente digital, donde hay millones de hermanos necesitados de la Palabra de Dios, de su esperanza y consuelo. ¡Gracias, señor Cardenal!
Y finalmente, gracias a ti, querido Lector, que todos los días nos permites entrar en tu vida, leyendo y compartiendo nuestros contenidos, ya sea digitales o impresos; gracias por mostrarnos el camino por el cual avanzar; gracias por tus críticas constructivas; gracias por tus palabras de aliento; gracias a quienes nos han apoyado económicamente, a quienes dieron ese donativo que nos permitió seguir en tiempo de crisis; gracias por su presencia constante en estos 25 años.
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