Desde que se fue desarrollando la biotecnología, ha existido una gran incertidumbre para declarar que una persona ha fallecido, especialmente si su cuerpo permanece íntegro, y algunas de sus funciones se mantienen artificialmente. Desde los S. XVIII y XIX se temía sepultar vivas a las personas, y de ahí nació la costumbre de la velación de la persona.
Esto muestra la falta de certeza absoluta de que una persona está muerta, en algunas circunstancias. Porque la tecnología para ayudar al paciente permite que el paciente sobreviva más tiempo, y que su apariencia no sea la de un cadáver, quedan muchas veces dudas sobre el momento exacto de su fallecimiento. Este hecho es importante cuando una familia o el enfermo dejó la indicación de poder donar sus órganos.
Un organismo vivo es el conjunto de células (como en el embrión al inicio de su existencia), y/o de órganos y tejidos (desde que es feto hasta adulto) que poseen una unidad funcional. Esto significa que hay un principio biológico vital que los une, no sólo espacialmente, sino que los mantiene como una unidad capaz de autogestionarse. Cualquiera de nosotros no somos una cabeza, un corazón, un hígado, dos pulmones, etc…. sino que todos los componentes forman a un solo organismo. Incluso si recibimos un órgano trasplantado, o si nos extirpan un órgano enfermo. Siempre seguimos siendo la misma persona.
Desde el punto de vista biológico lo que mantiene a esos órganos y tejidos como una unidad es el cerebro. Aunque en el embrión, antes de que se forme el cerebro, la unidad funcional son unas proteínas, que no solo unen cada parte, sino que las hacen funcionar como un todo. Por eso al irse desarrollando el embrión en las primeras divisiones celulares, a pesar de que todas las células tienen el mismo contenido cromosómico, cada una de ellas va a “silenciar” parte de su genoma, y deja activa la parte que corresponde a las funciones que va a desarrollar cuando forme los diferentes órganos. Pero en cuanto termina de formarse el cerebro por completo, ya será éste el encargado de ser la Unidad Funcional.
La muerte de la persona ya nacida, se puede definir como la cesación completa de las funciones de los hemisferios cerebrales y del tronco encefálico, siendo esta situación irreversible. A esto se le llama muerte encefálica.
Por la importancia que este diagnóstico presenta (ya que se declara fallecida a una persona -especialmente para la selección de donantes de órganos para transplante -), es fundamental tener una certeza diagnóstica de irreversibilidad. La dificultad estriba en que la muerte es un PROCESO, no un evento único.
La muerte encefálica (tallo y corteza cerebral) es sinónimo de muerte de la persona porque en un organismo ya desarrollado (es decir posterior a la etapa embrionaria), constituye el encéfalo la unidad funcional. Sin éste, algunos órganos funcionan por su cuenta pero ya no hay un organismo.
El diagnóstico de muerte encefálica se establece con un examen neurológico y algunas pruebas diagnósticas.
1) Conocer la causa del estado de coma profundo (falta de respuesta a estímulos e inconsciencia, ausencia de toda respuesta de origen encefálico, abolición de los reflejos de tronco encefálico y ausencia de movimientos respiratorios).
2) Asistencia respiratoria mecánica no menor a tres horas para el examen neurológico, y de 12 horas en caso de daño difuso secundario.
3) El paciente no debe estar bajo el efecto de drogas depresoras del Sistema Nervioso Central ni bloqueadores neuromusculares.
4) El paciente debe tener una temperatura superior a 32º C y una tensión arterial media igual o superior a 60 mmHg.(en estado de congelación puede parecer sin reflejos, pero no estar muerto)
5) Descartar que haya alteraciones metabólicas o endócrinas severas.
6) Se excluyen los menores de 7 días de vida, anencefálicos y pacientes con trastornos psiquiátricos severos.
7) Electroencefalograma (EEG) plano tomado al menos en dos ocasiones con un lapso de al menos 12 horas.
8) Potenciales Evocados Multimodales sin respuesta
9) Estudios de flujo sanguíneo (Arteriografía de 4 vasos o Ecodoppler transcraneano).
Es un diagnóstico que puede ser realizado por cualquier médico entrenado en el manejo del paciente crítico, pero por su contenido médico-legal es conveniente que lo realice un neurólogo o neurocirujano con experiencia en el tema.
La muerte Cerebral es sólo la muerte de la corteza cerebral: el paciente pierde la conciencia. Entra en estado de coma. Pero como el tallo cerebral funciona, tiene automatismo cardiaco y respiratorio. Es decir, la persona NO está muerta.
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