Cada símbolo, desde el anillo hasta el vestido, tiene un significado especial que refuerza la unión y el compromiso de los esposo. Foto: Especial
El Sacramento del Matrimonio es mucho más que una ceremonia, es un acto sagrado en el que los novios expresan su consentimiento explícito mediante votos matrimoniales, dando así vida a una alianza que simboliza el amor y la fidelidad mutua, de acuerdo con palabras de San Juan Pablo II, en una audiencia general en 1985.
La liturgia, los gestos (tomarse de las manos, etc) y símbolos (anillos, lazo, velo, arras, etc) de esta ceremonia buscan fortalecer la unión, invitando a la pareja a vivir su amor con fidelidad, paciencia y entrega, en un camino que se extiende más allá del momento de la celebración hacia toda la vida y la presencia de Dios en cada paso que dé el matrimonio.
Desde su significado profundo hasta los signos que la acompañan, el matrimonio en la Iglesia Católica refleja una alianza que trasciende lo humano y se enraíza en la fe y la espiritualidad. Cada símbolo, desde el anillo hasta el vestido, tiene un significado especial que refuerza la unión y el compromiso de los esposos, recordándoles en todo momento la presencia de Dios y su amor incondicional.
El sacramento del Matrimonio en la Iglesia Católica tiene como signo principal el consentimiento explícito de los cónyuges. Este consentimiento se manifiesta a través de las palabras y votos matrimoniales, los cuales dan vida al contrato o alianza que es el signo visible del matrimonio.
De acuerdo con el p. Luis Arturo Guzmán, oficial del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, antes de ser una celebración de pareja o de familia, el sentido del Matrimonio se lo dio el mismo Señor Jesucristo, cuando a la unión del hombre y la mujer, que ya existía naturalmente, quiso elevarla a nivel de Sacramento, es decir, a ser un signo e instrumento de su amor – el de Cristo – por su Iglesia.
“Solo entre los cristianos, en virtud del Bautismo, el Matrimonio puede ser considerado un Sacramento. Aunque muchas parejas celebren matrimonios en diferentes contextos, solo el matrimonio cristiano posee esta cualidad sagrada. Es importante reconocer que, como todo ser humano, cada cónyuge tiene limitaciones, defectos, debilidades, comete errores y pecados. Pretender que la pareja sea perfecta sería completamente utópico”, comenta el sacerdote.
También señala que la verdadera experiencia de una pareja cristiana no es la ausencia de problemas, sino la manera en que enfrentan esas dificultades, demostrando que, a pesar de todo, pueden amarse y perdonarse mutuamente. Esa es la fidelidad de Dios: un amor que nunca se acaba, que siempre permanece fiel a nosotros, incluso en las circunstancias más difíciles.
Es importante señalar que no todos son iguales, están los que son verdaderamente importantes, y otros que simplemente son más una costumbre.
Los signos importantes en el Matrimonio católico son:
Sabías que el dedo anular, es el dedo que se creía tenía un nervio que lo conectaba directamente con el corazón, como sede de nuestras emociones más profundas; por eso se escogía ese dedo para enfatizar el significado de los anillos. Por eso los anillos es el signo que perdura permanentemente durante la vida de los esposos.
Los signos parte de la tradición:
“La liturgia nupcial es un evento único, que se vive en el contexto familiar y social de una fiesta. Jesús inició sus milagros en el banquete de bodas de Caná: el vino bueno del milagro del Señor, que anima el nacimiento de una nueva familia, es el vino nuevo de la Alianza de Cristo con los hombres y mujeres de todos los tiempos […] Generalmente, el celebrante tiene la oportunidad de dirigirse a una asamblea compuesta de personas que participan poco en la vida eclesial o que pertenecen a otra confesión cristiana o comunidad religiosa. Por lo tanto, se trata de una ocasión imperdible para anunciar el Evangelio de Cristo”
Amoris laetitia
El oficial del dicasterio recalca que el matrimonio en la Iglesia es un Sacramento de servicio: la pareja cristiana se convierte en un signo y una manifestación de ese amor divino, que es paciente, servicial, no envidioso, no orgulloso, no busca su propio interés, no se irrita ni se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta.
“Este compromiso no solo se vive en la celebración litúrgica, sino que se extiende a cada día de la vida, siendo una expresión constante del amor de Dios en la convivencia diaria”, apunta el padre Guzmán.
Solo con este trasfondo se pueden entender los signos que acompañan la celebración del Matrimonio cristiano; de otro modo, explica el padre Luis Arturo, simplemente serían tradiciones humanas.
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