Hoy está de moda hablar de los ángeles, incluso en círculos no cristianos. El esoterismo y diversos movimientos pseudo-espirituales, tipo new age, hablan con profusión de estos seres, e incluso, describen con detalle su supuesta forma real, naturaleza y funciones.
Sin embargo, eso nada tiene que ver con la revelación bíblica. El Catecismo de la Iglesia Católica, en sus numerales 328 a 336, deja asentada como verdad de fe la existencia de los ángeles, pero lo hace con mesura y claridad:
Los ángeles son SERES ESPIRITUALES NO CORPÓREOS, creados por Dios para ejercer una función intercesora, protectora y anunciadora. En otras palabras, los ángeles interceden por los seres humanos ante Dios, y son emisarios del Señor para proteger y comunicar a los hombres su voluntad.
Por lógica, se deduce que los ángeles no pueden tener una forma visible, que pueda ser captada por el ojo humano. Su existencia pertenece al ámbito de la fe, no al de las realidades objetivamente comprobables, y por lo mismo, no tienen una forma determinada.
Sin embargo, existe en la Sagrada Escritura otra forma de entender a los ángeles. La palabra ángel es la traducción al castellano del latín ángelus, que a su vez es la traducción del griego αγγελοι, que a su vez es la traducción del hebreo malachim, y en todo caso, significa mensajero, uno que comunica una noticia de parte de Dios.
En el Antiguo Testamento se dice malachim no solo a seres espirituales emisarios de Dios, sino también a cualquier ser humano que es utilizado por el Señor para comunicar un mensaje de salvación.
Así, en Isaías 52, 7: ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación, y dice a Sion: ‘Tu Dios reina!’.
Y en Mc 1, 2, se dice: “Como está escrito en Isaías el profeta: ‘He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti’.”
Marcos se refiere sin duda a Juan Bautista como el “ángel” que prepara el camino de Jesús.
Y en este sentido, los discípulos de Jesús, que fueron enviados a anunciar la buena noticia del Reino de Dios que se ha hecho cercano, que está ya en medio de los hombres y que basta con extender la mano para poder entrar en su dinámica de plenitud y alegría, son “ángeles”, mensajeros de Dios.
En Mateo 10, 16 se dice que Jesús envía a sus discípulos a anunciar la buena nueva en medio de peligros (lobos), y en Marcos 16,15 Jesús capacita a sus mensajeros y los envía a anunciar por todo el mundo el Evangelio.
De tal modo podríamos decir que todo bautizado es un ángel, un malachim, un mensajero de Dios enviado a sumergir en la buena noticia de su amor misericordioso a todos los hombres.
Así que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que los ángeles de Jesús, aquellos que aceptan la encomienda del Maestro, sí que tienen una forma concreta y real, un rostro y un cuerpo, una voz, unas manos y unos pies con los que predican, tocan para sanar y caminan por los senderos de la historia llevando con su testimonio y su palabra al mundo entero la alegre noticia de la salvación.
Y todos conocemos a un ángel del Señor que ha tocado nuestra vida. Tal vez tu propia madre, o el párroco, o tu catequista, o un amigo te haya dado un mensaje de paz de parte de Dios. Finalmente, todos llegamos a la fe mediante el mensaje de uno de sus ángeles.
*Jorge Arévalo Nájera es Director de la Dimensión de Biblia y Extensión Formativa de la Arquidiócesis Primada de México.
El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…
Esta web usa cookies.