¿Cuántas veces, como católicos, nos han cuestionado por nuestras creencias? Se burlan, nos tachan de tontos, de ignorantes, de fanáticos. Si has estado en este caso, te recomendamos leer este texto.
Pues resulta que, recientemente, un grupo de jóvenes le comentó al obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, Mons. Héctor Pérez Villarreal ,que constantemente eran criticados por sus compañeros de escuela o amigos del barrio por ir a la iglesia o por hablar de Dios, lo que les impedía evangelizar.
Tras escucharlos, el obispo les dijo que había una manera muy sencilla e infalible para enfrentar este tipo de críticas.
Este encuentro tuvo lugar en la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de la colonia Algarín en la Ciudad de México, a cargo de fray Samuel Guerrero Morales, quien por cierto, antes de ser sacerdote fue militar, policía ministerial y guardia de seguridad. Si te interesa conocer más de él, da clic en el siguiente enlace: De soldado a sacerdote: la asombrosa conversión de fray Samuel
Regresando al tema, el obispo Héctor Pérez les recordó a los jóvenes que cuando alguien se burla de nuestra fe, tiene la intención es hacernos sentir mal, hacernos sentir que somos tontos porque creemos en Dios. “Dicen que estamos mal de la cabeza o que nos estamos dejando manipular. Pero eso no es cierto”, aseveró.
A manera de ejemplo, les explicó: “Cuando una persona cree que su mamá y su papá lo quieren, puede llegar alguien y decirle que no es así. Que él cree que lo quieren, porque le sirve creerlo así. Le pueden decir que ha sido manipulado para que piense que sus padres lo aman”.
Y añadió: “Pero no se vale que destruyan lo que yo creo. Si alguien quiere quitarme la creencia de que mis padres me aman. ¿Con qué derecho me dicen lo contrario?”, preguntó el obispo. Y continuó: “Sobre todo si vemos que nuestros padres trabajan para que tenga que comer, y hasta cuando nos regañan y se preocupan por nosotros”.
“La fe -aseguró el obispo- es creer que Dios me ama, y eso me sirve para vivir. Si una persona me cuestiona sobre mi fe, le puedo decir: ‘Yo creo que Dios me ama, porque lo he experimentado, lo he vivido. Si tú no quieres creer en Dios, entonces dime, ¿de qué te agarras? ¿Me vas a decir que la tecnología o el cantante de moda te aman? Allá tú. Respeta mis creencias y yo respeto las tuyas”.
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