Perdonar los errores del esposo o de la esposa a veces se torna tan complicado que requiere de un proceso de acompañamiento; pero pocas cosas hay más difíciles de perdonar que una infidelidad. Cuando uno de los dos ha sido infiel, el daño está hecho, y rescatar el Matrimonio en un primer momento dependerá mucho de la parte ofendida, la cual, si desea seguir adelante con la unión esponsal tendrá que abrirse a la gracia de Dios para poder perdonar más allá de los parámetros que los seres humanos solemos juzgar como razonables.
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Para Dulce Fernández, consejera de Cenyeliztli A.C., perdonar una infidelidad es posible si profundizamos en la parte del Padrenuestro que señala: ‘Perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden’, pues el perdón divino debe ser nuestra medida del perdón como cristianos; de manera que perdonar hasta este extremo es seguir el camino de Dios.
“En segundo lugar -señala Dulce Fernández-, si bien la parte ofendida no debe permitir que la ofensa se repita, debe tomar en cuenta que una petición sincera de perdón requiere de la parte ofensora una buena cuota de humildad”.
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Como tercer punto, ambas partes deben formar conciencia en el sentido de que una ofensa de este tipo es un síntoma evidente de que algo está fallando en la relación, por lo cual, los dos deben estar en la total disposición de iniciar una terapia de pareja, acudir a retiros conyugales o pedir el acompañamiento de un sacerdote al que ambos le tengan confianza.
Dulce Fernández considera que perdonar es menos difícil para que durante su línea de vida se ha ejercitado en el perdón.
“Ejercitar el perdón -señala- es de mucha utilidad si pensamos que toda relación humana es susceptible de caer en fallas, y que en algún momento de la vida nos veremos frente a la necesidad de perdonar una falta grave, sea o no una infidelidad. De manera que es bueno comenzar a ejercitar el perdón como un atleta se ejercita para un maratón, y empezar por perdonar en el día a día las pequeñas ofensas que se suscitan con o sin intención”.
Lo importante de perdonar -considera- es que cuando lo hacemos nos acercamos a Dios con un corazón misericordioso como el de Él. “Quien pide ayuda a Dios para perdonar cosas tan graves como una infidelidad, tendrá además su ayuda para hacer actos de misericordia a favor de la parte ofensora, así como para sanar la herida del corazón y apartar la mirada de cualquier oportunidad de venganza que se pudiera presentar”.
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