Hay importantes razones para agradecer a Dios el pan nuestro de cada día.
La primera razón que los seres humanos tentemos para dar gracias a Dios por los alimentos “es porque la gratitud adorna a la persona, ennoblece el corazón y nos vincula con el Creador, quien no sólo nos da la vida, sino que nos proporciona todos los bienes materiales para vivirla con plenitud”, señala el padre Eduardo Lozano, párroco de San Simón Tolnahuac y columnista de Desde la fe.
Afirma que si bien el compartir los alimentos diariamente es un momento cotidiano, también es un momento extraordinario, que la persona espera con gusto. “Por eso, al momento de compartir la mesa hemos de elevar una plegaria de gratitud a Dios providente, porque es bueno, porque abre su mano y nos llena de sus bienes. Y como reza el dicho popular: ‘Es de bien nacidos ser agradecidos’”.
Agradecemos el momento cotidiano, pero a la vez extraordinario, de compartir la mesa.
En este sentido, el sacerdote emérito Sergio Román del Real señala que “los hombres de todas las religiones reconocemos que el tener que comer es algo que debemos agradecer a Dios… Hace unos años -refiere- a alguien se le ocurrió poner en las mesas de una cadena de restaurantes una tarjeta con un pensamiento interconfesional; es decir, que podían usarla personas de cualquier religión para agradecer los alimentos que se nos servirían”.
Pero aunque no se cuente con una tarjeta, es bueno dar gracias por lo recibido en la mesa, y una excelente manera de agradecer a Dios es bendecir los alimentos, “porque esto hace de nuestra humilde comida un acto de alabanza a Dios, que es nuestro Padre providente y generoso”.
El padre Sergio Román asegura que esto es importante, porque “cuando alguien bendice los alimentos en una comida está creando un ambiente especial en el que todos nos sentimos unidos por la bondad de Dios. Y entonces, ¿cómo pelear o discutir si nos hemos puesto bajo el amparo del mismo Padre?”.
Explica que en algunas bendiciones de la mesa se acostumbra pedir por los que no tienen pan, y eso nos hace concientes del hambre del mundo. Así, “apreciamos el pan nuestro de cada día y consideramos sagrados los alimentos; en la moral popular es un gran pecado desperdiciar o terminar la comida; de manera que no podemos desperdiciar un alimento que le hace falta a muchos que se mueren de hambre”.
1. Durante la comida familiar
Puede ser un agradecimiento breve, pero sincero y honesto, por el platillo que está puesto a la mesa. Ejemplo: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Te damos gracias, Señor, por este platillo que vamos a compartir en familia; bendice a las personas que hicieron posible que hoy podamos disfrutar unidos de estos alimentos que hoy tenemos por tu generosidad…”.
2. En una fiesta
Si estás participando de alguna fiesta o aniversario, puedes incluir el motivo de la celebración en tus agradecimientos. Ejemplo: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Te damos gracias, Señor, por permitirnos estar juntos en este 20 aniversario de bodas de nuestro hermano, que familiares y amigos celebramos gustosos. Te pedimos que bendigas esta mesa y nos des siempre hambre de ti”.
2. En una reunión extraordinaria
Si estás en una reunión entre amigos y quieres dar gracias a Dios por los alimentos, puedes relatar una breve anécdota del grupo, que sirva como preámbulo. Ejemplo: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Recuerdo aquel inicio de cursos en que nos vimos por vez primera, doy gracias a Dios por ese momento, y porque hoy, después de tantos años, Él nos vuelve a reunir en esta mesa…”.
En las tres formas de agradecer por los alimentos, también podemos pedir por las personas que no tienen que comer.
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