Como su nombre lo indica, es una corona hecha con follaje verde y cuatro velas, una por cada domingo. Foto: Especial
Este domingo 30 de noviembre, la Iglesia Católica inicia el Adviento, un tiempo litúrgico destinado a preparar el corazón para celebrar el Nacimiento de Jesús. Entre las tradiciones más emblemáticas se encuentra la Corona de Adviento, un símbolo de esperanza, luz y fe que acompaña a las familias durante estas semanas de preparación.
La Corona de Adviento es una corona elaborada con follaje verde y adornada con cuatro velas, una por cada domingo del Adviento.
Tip para la familia: Puedes colocar la corona en un lugar visible de tu hogar y encender una vela cada domingo, compartiendo un momento de oración y reflexión juntos.
El Bendicional explica que la bendición puede realizarla un sacerdote, diácono o un laico. Aquí te compartimos un rito sencillo para hacerlo en familia
El ministro, al comenzar la celebración, dice: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Todos responden: Que hizo el cielo y la tierra.
Monición introductoria: Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.
Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo: ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!
Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oremos. La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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