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Agua bendita: mitos y realidades

Todavía es común ver en la entrada de las iglesias o a la salida de las sacristías, sobre todo en los templos antiguos, una pila de agua bendita en donde los fieles mojan un dedo y trazan con él una cruz sobre la frente. Al hacerlo, hasta hace algunos años, las personas solían decir: “Que esta agua bendita sea para mí salud y vida”. 

Sin embargo, actualmente es muy fácil desviar una devoción legítima y convertirla en un acto de superstición o magia que, por supuesto, ofende a Dios. Y es que algunos fieles acuden a las iglesias en busca de agua bendita en grandes cantidades, porque creen que es necesario literalmente bañarse en ella para sentirse bendecidos o purificados, o exigen al sacerdote que les “eche bien agua bendita” al final de la Misa por considerar que no les cayó la suficiente.

El agua bendita.

También hay “brujos” que suelen pedir “agua bendita de siete iglesias de santos varones” y tiene que ser precisamente de templos dedicados a la memoria de algún santo hombre, y no de alguna santa o de la Virgen María. Esto es brujería pura y sería digno de risa si no fuera trágico por la gente que se lo cree.

¿Qué es y para qué sirve el agua bendita?

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que cuando el sacerdote bendice el agua, la convierte en un “sacramental”, o sea “en un signo sagrado creado por la Iglesia imitando de alguna manera a los Sacramentos para expresar efectos sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los Sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida” *C.E.C. #1667).

Por ejemplo, el uso del agua bendita en la bendición de algún objeto de piedad nos hace descubrir que lo estamos destinando para acrecentar nuestra devoción cristiana; la aspersión del agua bendita en algún lugar se acompaña con la oración a favor de quienes allí habitan o trabajan; la aspersión de otros objetos, como los instrumentos de trabajo, es también una súplica a Dios para que se puedan desempeñar correctamente las actividades personales.

Al hablar de “agua bendita”, debemos también explicar que la fuente y origen de toda bendición es Dios mismo, quien hizo bien todas las cosas para colmarlas de sus bendiciones y seguirlas bendiciendo como un signo de su misericordia.

Dios nos concede el que podamos bendecir su nombre en la alabanza y, en su mismo nombre, podamos colmar de bendiciones divinas las realidades de nuestra vida. Con el rito de la bendición manifestamos la intención de querer utilizar las cosas creadas para alabar a Dios y poder servir mejor a nuestros semejantes. El uso correcto del agua bendita es, pues, responsabilidad de todo el pueblo de Dios.

Estos son algunos mitos y realidades sobre el agua bendita.

1. Mito: El agua no es necesaria en el Bautismo

Hay quienes aseguran que cuando no se tiene agua para celebrar un Bautismo, se puede utilizar cualquier líquido en su lugar.

Realidad: El agua es fundamental

Las Sagradas Escrituras hablan del agua como un elemento fundamental para el Bautismo; no queda margen para ninguna interpretación metafórica.

El fundamento

Sobre el agua en el Bautismo, se encuentra en citas bíblicas como éstas: Jn 3,5; Hch 10,47; Hch 8,36. Y en la Tradición, Tertuliano, Justo Mártir y san Agustín, entre muchos otros, trataron el tema.

2. Mito: Sana milagrosamente

Algunos fieles con enfermedades intestinales o padecimientos crónicos llegan al extremo de beber agua bendita para sanar. Esto es un error.

También hay quienes acostumbran rociar las heridas corporales con agua bendita para obtener con ella la sanación.

Realidad

Es costumbre cristiana bendecir los alimentos y las bebidas, pero a manera de agradecimiento a Dios. Si uno está lastimado debe de atender la herida médicamente. El agua debe rociarse sobre la frente o la cabeza.

3. Mito: Todo se puede bendecir con agua bendita

Hay quienes piensan que todo se puede bendecir, incluso una pistola, y entonces Dios protegerá al portador en sus fechorías.

Otros creen que una medalla bendita, un escapulario o un crucifijo protegen de asaltos, enfermedades y trae dicha en la vida.

Realidad: Ninguna imagen protege

Hay objetos que van en contra de los mandamientos y no se deben bendecir; deben ser utilizados para bien. Ningún artículo bendito puede proteger contra asaltos y otras desgracias. Su objetivo es otro.

4. Mito: Es el ‘seguro’ del auto y el negocio

Hay quienes creen que al bendecir su automóvil éste no se descompondrá o no será objeto de robo. Otros creen que rociar con agua bendita el negocio o las puertas y las ventanas de la empresa garantizará prosperidad y bonanza.

Realidad

La bendición no es una especie de protección contra asaltos y descomposturas. Y los objetos de alto costo material que se bendicen es a manera de agradecimiento y como una expresión de compromiso para darle un buen uso.

Pbro. Sergio G. Román

Nació el 23 de Octubre de 1943. Entró al Seminario Conciliar de México en el año de 1957 y se ordenó en 1969. Dio clases por ocho años de Pastoral Parroquial en el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos. Fue Director del Periódico Criterio de la Arquidiócesis de México y de la Comisión del Diaconado Permanente de la Arquidiócesis de México. Fue columnista en varias revistas y periódicos católicos con temas sobre la religiosidad popular, hasta el día de su muerte, en septiembre de 2021. Actualmente la redacción de Desde la fe lleva su nombre: Redacción Sergio Román del Real, por su invaluable colaboración en este proyecto.

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