Cada año, conforme se acerca el ‘Halloween’ las tiendas comienzan la venta de disfraces y en la televisión podemos ver más películas de terror. Lo malo de esta fiesta es que se festeja el mal, la tiniebla, el miedo, todo lo opuesto a nuestra fe que exalta el bien, la amistad con Dios y la paz. ¿Qué debemos saber como católicos sobre el Halloween?
La Solemnidad de todos los Santos es el 1 de noviembre y en la Iglesia se empieza a celebrar desde la noche anterior. Por ello la noche del 31 de octubre, en el inglés antiguo, era llamada All hallow’s eve (víspera de todos los santos). Más adelante esta palabra se abrevió como “Halloween”.
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Ya en el siglo VI a.C., los celtas del norte de Europa celebraban el fin de año con una festividad llamada Samhein, que iniciaba la noche del 31 de octubre y que marcaba el fin del verano y de las cosechas. Ellos creían que esa noche el dios de la muerte permitía a los muertos retornar a la tierra, fomentando un ambiente de terror. Una forma de evitar la maldad de los espíritus malignos, era disfrazándose para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibido ante sus miradas.
Cuando los pueblos celtas fueron cristianizados, no todos renunciaron a sus costumbres paganas, y la coincidencia cronológica de su fiesta con la celebración de todos los Santos y la de los difuntos, al día siguiente (2 de noviembre), hizo que las creencias cristianas se mezclaran con las antiguas supersticiones de la muerte. Con el arribo de algunos irlandeses a Estados Unidos, se introdujo en este país el Halloween, y de ahí a todo el mundo.
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Según muchos testimonios de personas que practicaron el satanismo y luego se convirtieron al cristianismo, Halloween es la más importante fiesta para los cultos demoníacos porque es como una especie de “cumpleaños del diablo”.
El inicio de la frase dulce o travesura está en la persecución que se hacía a los católicos en Inglaterra, donde sus casas eran presa de amenazas y agresiones.
Hollywood ha contribuido con la expansión celebrativa del Halloween a través de sus películas, provocando muchas veces una idea errónea de la realidad. Asimismo, las máscaras, disfraces, dulces, maquillaje y demás artículos son motivo para que algunos empresarios fomenten el “consumo del terror” y saquen su provecho económico de esta “moda” norteamericana.
En los últimos años ha ido en aumento la celebración alternativa del “Holywins” (la santidad vence), que consiste en disfrazarse del Santo o Santa favorito y participar la noche del 31 de octubre en diversas actividades de la parroquia, como Misas, vigilias, grupos de oración por las calles, adoración eucarística, canto, música y baile en “clave cristiana”.
De esta celebración podemos conservar lo bueno y desechar lo malo. Asumirla y darle un sentido distinto, aprovecharla para evangelizar.
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