Fue en la fiesta litúrgica de la Asunción de la Virgen María a los Cielos, cuando 4 mártires mexicanos perdieron la vida a causa de su fe, ya que fueron fusilados el 15 de agosto de 1926, en un paraje conocido como Puerta de Santa Teresa, cercano al pueblo de Chalchiuites, Zacatecas, donde durante mucho tiempo estuvieron sus blancos sepulcros, y eran conocidos como “los santitos”.
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Se trata del sacerdote san José Luis A. Batis Sainz Ortega (1870-1926), y de tres laicos que eran cercanos a su trabajo pastoral y estaban comprometidos con la Iglesia: san Manuel Morales Cervantes (1898-1926), san José Salvador Lara Puente (1905-1926), y san David Roldán Lara (1907-1926), quien era oriundo de Durango. Los tres laicos participaron en la Liga para la Defensa de la Libertad Religiosa y la Acción Católica de la Juventud Mexicana (ACJM).
El Padre Batis llegó como párroco a Chalchiuites el 1 de agosto de 1925 y abrió una escuela para niños; trabajó cerca de jóvenes que pertenecían a la ACJM, agrupación que se incrementó a 56 miembros, quienes hicieron labor apostólica entre obreros de las minas zacatecanas.
El 1 de agosto de 1926 se suspendió el culto público en todo el país, porque las leyes del presidente Plutarco Elías Calles no garantizaban seguridad para los fieles. Catorce días después, las tropas del teniente Blas Maldonado Ontiveros apresaron al sacerdote, y al día siguiente a los tres laicos, quienes fueron fusilados de inmediato sin que mediara juicio alguno.
San Manuel Morales estaba casado con Consuelo Loera, con quien tuvo tres hijos; era presidente del Taller de los Obreros Católicos, miembro de la ACJM y Presidente de la Liga para la Defensa de la Libertad Religiosa en Chalchiuites, fundada en junio de 1925.
San David Roldán Lara, de joven había ingresado al Seminario de Durango, pero lo abandonó para ayudar económicamente a su madre. A los 17 años trabajaba en la mina El Conjuro, donde llevaba la contabilidad. Era un católico comprometido, pertenecía a la ACJM y en 1925 fue designado como presidente de esta agrupación de jóvenes.
San José Lara Puente estudió en el Seminario de Durango, trabajó en la mina El Conjuro, ayudaba al párroco y se convirtió en secretario de la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, en la entidad.
Estos cuatro mártires fueron beatificados el 22 de noviembre de 1992, y canonizados en Roma por San Juan Pablo II el 21 de mayo del año 2000, durante el Jubileo de la Encarnación.
A ellos se les recuerda el día en el que fueron llamados a la Casa del Padre, el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen María a los cielos.
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