La Iglesia católica celebra este 16 de febrero a importantes profetas de cuyas acciones da testimonio la Biblia. Nos referimos a Elías, Jeremías, Isaías, Samuel y Daniel, que fueron orientando al pueblo de Israel hacia la obediencia de Dios y la fidelidad con la que deberían comportarse. Muchas representaciones de ellos se encuentran en los templos e incluso, en la Capilla Sixtina del Vaticano.
Jeremías nació entre los años 650 y 585 a C. y fue hijo del sacerdote Hilcías. A él se le atribuye el libro de Jeremías y también el Libro de los Reyes y el de las Lamentaciones. Su principal labor consistió en llamar al arrepentimiento al pueblo de Judá que fueron gobernados por Josías, Joacim y Sedecías, a quienes anunció el castigo de Yahvéh consistente en que serían conquistados por los caldeos si no se volvían hacia Dios.
El profeta Daniel fue el protagonista del libro bíblico del mismo nombre; vivió en el siglo VII a C y falleció en Babilonia en el siglo VI a C. El historiador romano Flavio Josefo lo menciona y dice que pertenecía a una familia noble del reino de Judá.
Daniel y otros dos jóvenes israelitas fueron seleccionados por Nabuconodosor II para que fueran educados en la cultura mesopotámica durante tres años para que luego pasaran s su servicio. Un día el monarca tuvo un sueño y pidió a Daniel que so le explicara y al lograr la satisfacción del rey lo nombró gobernador de Babilonia.
El libro bíblico menciona que Daniel y sus otros dos compañeros fueron arrojados a un horno ardiente sin que les ocurriera nada, y también menciona el reproche que le hicieron al monarca por haber bebido en los vasos sagrados del templo de Jerusalén. Luego, bajo el gobierno de Darío se ordenó que Daniel fuera bajado al foso de los leones y no sufrió daño alguno.
Daniel tuvo varias revelaciones que anunciaban por medio de símbolos la instauración del Reino de Dios en la tierra.
El profeta Elías vivió en el siglo XI a C y nació en la región de Ggalaad al oriente del río Jordán y su vida fue descrita en el Libro de los Reyes. Su misión profética ocurrió durante el reinado de Ajab, quien instauro una nueva religión importada por su esposa Jezabel.
Ante esto, Elías anunció una sequía tras lo cual se fue a vivir a un oasis donde fue alimentado por cuervos. Elías desafió a los sacerdotes de Baal quienes construyeron un altar con leña como el mismo lo hizo, pero dedicado al verdadero Dios, quien envió fuego sobre el altar dedicado a Yahvé.
En cuanto a Samuel, nació antes del 1070 a C, y sirviendo en el templo escuchó la voz del Señor que lo llamaba por su nombre a lo que respondió: Habla Señor, que tu siervo escucha. Él advirtió que la gente no debía adorar ídolos, dijo que los reyes deberían rendir cuentas y prometió que Dios sometería al pueblo a invasores extranjeros si desobedecían.
Isaías fue uno de los profetas mayores que vivió en el siglo VIII a C y su ministerio tuvo lugar en el reino de Judá durante varias monarquías que abarcaron medio siglo. Profetizó durante la expansión del imperio asirio y se le considera un estadista, gran escritor y poeta.
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