10 frases de la Biblia sobre el amor de Dios

En el capítulo 4 de la Primera Carta de San Juan aparece una de las frases de la Biblia más repetidas y valoradas por todos los cristianos en el mundo: “Dios es amor”.

Pero no solamente en el Nuevo Testamento encontramos este tipo de referencias sobre el amor de Dios; en el Antiguo Testamento hay muchos versículos que recuerdan la predilección del Señor por el pueblo judío. En este artículo recopilamos 10 de las frases bíblicas más bellas sobre el amor de Dios:

1. Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor (1 Juan. 4, 7-8)

2. En esto está el amor: no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados (1 Juan. 4,10)

3. Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es amor: el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1 Juan 4,16)

4. Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. (Juan 15,12)

5. Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella.  Y después de bañarla en el agua y la Palabra para purificarla, la hizo santa. (Efesios 5, 25-26)

6. ¡Miren qué amor tan singular nos ha tenido el Padre: que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Por eso el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él. (1 Juan 3,1)

Leer: 10 errores que no debemos cometer con la Biblia

7. Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como esas ofrendas y víctimas cuyo olor agradable subía a Dios. (Efesios 5, 2)

8. No bien decía: ‘Mis pies resbalan’, cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda. (Salmos 94,18)

9. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando. (Juan 15, 13)

10. ¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Unico, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a Él. (Juan 3, 16)