En el Evangelio de este 3 de diciembre, recordamos que lo que se espera es estar atentos, velar, estar preparados y dejarnos ayudar por Dios.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta”.
Jesús habla de velar y estar preparados ¿Es esta la forma de permancer alertas que menciona al final del texto?
Cuando los seres humanos nos comunicamos no solamente compartimos información. Ciertamente el elnguaje tiene como objetivo más normal el dar a conocer a otra persona algo que sabemos nosotros. Pero el lenguaje también puede ser utilizado para convencer a otros de que estén de acuerdo con nosotros o que rechacen lo que nosotros rechazamos. Más aún hay veces que el lenguaje se usa para que sucedan cosas como son las órdense que los papás dan a sus hijos, los jefes a los subordinados, etc… Una forma derivada de las órdenes son las promesas, por las que yo me obligo a cumplir algo, o las bendiciones, por medio de las cuales invoco sobre alguien un beneficio.
Cuando Jesús planteó su discurso sobre el fin del mundo, ¿qué finalidad perseguía? Sin duda alguna da mucha información sobre acontecimientos que precederán al fin de los tiempos, sobre algunos detalles de aquello que habrá de suceder. Pero no basta con pensar que Jesús pretendió informar.
El discurso completo, sobre el fin del mundo, abarca todo el capítulo 13 del evangelio de San Marcos, se puede dividir en seis partes: introducción (Mc 13,1-4), comienzo de los dolores (Mc 13,5-13), la gran tribulación de Jerusalén (Mc 13,14-23), la manifestación gloriosa del Hijo del Hombre (Mc 13,24-27), la parábola de la higuera (Mc 13,28-32) y por último la exhortación a estar alertas (Mc 13,33-36). Esta última parte del discurso es la que hemos leído hoy. Una constante a lo largo de todo el discurso es que Jesús ubica a sus oyentes con frases como: “cuídense a ustedes mismos…” (v.9), “no se preocupen,…, pues no serán ustedes los que hablen sino el Espíritu Santo” (v.11), “quien lea esto que comprenda” (v.14), “estén ustedes sobre aviso, vean que se los he predicho todo” (v. 23).
Sobre todo abundan las exhortaciones en el texto que leímos hoy. Al menos tres veces ordena “velen” (vv. 33.35.36). Jesús pretende, por medio de todas estas frases a lo largo del discurso, provocar que las personas tomen una cierta actitud ante los acontecimientos venideros. Nosotros no somos las víctimas de aquello que pasará al fin de los tiempos, más bien somos protagonistas, lo que se espera es estar atentos, velar, estar preparados y dejarnos ayudar por Dios.
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