Este 19 de junio, para dar continuidad a su ciclo de catequesis sobre el Espíritu Santo y también a manera de preparación para el Jubileo 2025, el Papa Francisco invitó a la comunidad a seguir haciendo de el año corriente una gran “sinfonía de oración”.
Para comenzar, el Papa Francisco recordó a todos los católicos que la Iglesia ya tiene su propia sinfonía, cuyo compositor es precisamente el Espíritu Santo: una sinfonía llamada el Libro de los Salmos.
Señaló que, como en toda sinfonía, en ésta hay “movimientos”; es decir, varios tipos de oración: alabanza, acción de gracias, súplica, lamento, narración, reflexión sapiencial y otros, tanto en forma personal como en modo coral de todo el pueblo.
El Sumo Pontífice explicó que los salmos son cantos que el Espíritu Santo ha puesto en los labios de Su Esposa, la Iglesia, y como tal están llenos de inspiración poética
Señaló que los salmos han ocupado un lugar privilegiado en las Sagradas Escrituras, tanto que hay ediciones que se componen del Nuevo Testamento y los Salmos. Agregó que, incluso, él sobre su escritorio tienen una edición en ucraniano del Nuevo Testamento y los Salmos que pertenecía a un soldado muerto en la guerra, quien rezaba con este libro en el frente de batalla.
Sin embargo, advirtió que no todos los Salmos -y no todo de cada Salmo-, puede ser repetido y hecho suyo por los cristianos, ya que a veces reflejan una situación histórica y una mentalidad religiosa de otra época. “Esto no significa que no sean inspirados, sino que en ciertos aspectos están ligados a una época y a una etapa provisional de la revelación, como ocurre también con gran parte de la legislación antigua”.
El Santo Padre refirió que los salmos fueron la oración que rezaron Jesús, María, los Apóstoles y todas las generaciones cristianas que nos precedieron. “Jesús, según la Carta a los Hebreos, entra en el mundo con un versículo de Salmo en el corazón: ‘He aquí que vengo, oh Dios, a hacer tu voluntad’; y deja el mundo, según el Evangelio de Lucas, con otro verso en los labios: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’”.
Asimismo, el Santo Padre recomendó a la comunidad rezar con Salmos como Jesús: tomar la Biblia y rezar un salmo: cuando estemos tristes por haber pecado, el Salmo 50; si estamos oprimidos por el remordimiento o la culpa, el Salmo 51: “Ten piedad de mí, oh, Dios, en tu amor”; si queremos expresar un fuerte vínculo personal con Dios, el Salmo 63: “Oh Dios, tú eres mi Dios, desde el alba te busco”. O si nos asalta el miedo o la angustia, el Salmo 23: “El Señor es mi pastor”.
Finalmente, el Papa Francisco señaló que los Salmos nos evitan empobrecer nuestra oración reduciéndola sólo a peticiones, a un continuo “dame, danos…”.
Explicó que los Salmos nos ayudan a abrirnos a una oración menos egocéntrica: una oración de alabanza, de bendición, de acción de gracias; además de que nos ayudan a convertirnos en la voz de toda la creación, haciéndola partícipe de nuestra alabanza.
“Hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo, que dio a la Iglesia Esposa las palabras para rezar a su divino Esposo, nos ayude a hacerlas resonar hoy, en la Iglesia de hoy, y a hacer de este año preparatorio del Jubileo una sinfonía de oración”.
Con información de Vatican News
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