En su primera audiencia general, el Papa León XIV inspiró sus palabras en la "Parábola del sembrador". Foto Vatican Media
En su primera audiencia general en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV, inspirado en la Parábola del Sembrador del evangelio de Mateo 13, 1-9, ilustró el amor y la generosidad inquebrantables de Dios, incluso cuando la tierra parece infértil.
Con esta meditación, el Santo Padre continúa con el ciclo de catequesis “Jesucristo, nuestra esperanza” del Jubileo 2025. Este periodo, iniciado por el Papa Francisco, abordó la infancia de Jesús y, en esta segunda etapa, León XIV se centrará en las parábolas y en la vida de Cristo .
Ante más de 40 mil personas, el Papa afirmó que las parábolas de Jesús que nos ayudan a recuperar la esperanza porque nos muestran cómo obra Dios en la historia. “Hoy me gustaría detenerme en una parábola un poco particular, porque es una especie de introducción a todas las parábolas. Me refiero a la del sembrador (Mt 13, 1-17). En cierto sentido, en este relato podemos reconocer la forma de comunicarse de Jesús, que tiene mucho que enseñarnos para el anuncio del Evangelio hoy”, dijo.
La Parábola del Sembrador fue considerada por el Papa León XIV como reveladora, debido a la forma en cómo actúa la Palabra en la vida humana, pues Jesús presentaba la Palabra como una semilla sembrada abundantemente en todo tipo de terrenos. Al respecto el pontífice afirmó que “cada palabra del Evangelio es como una semilla que se arroja al terreno de nuestra vida. Muchas veces Jesús utiliza la imagen de la semilla, con diferentes significados. ¿Qué es, entonces, este terreno? Es nuestro corazón, pero también es el mundo, la comunidad, la Iglesia. La palabra de Dios, de hecho, fecunda y provoca toda realidad”.
El Papa León también resaltó que la palabra de Jesús fascina y despierta curiosidad. Aunque en la gente haya muchas situaciones diferentes, la palabra de Jesús es para todos, pero actúa de manera distinta en cada uno.
En este contexto, explicó que el sembrador, aparentemente despreocupado por la calidad del suelo, representaba a Dios mismo, quien siembra generosamente su palabra en cada corazón, sin importar cuán preparado esté. Señaló que esta actitud desconcertaba, ya que contradecía la lógica humana del cálculo y la eficiencia; sin embargo, en el Reino de Dios, lo que valía era el amor desbordante y la confianza paciente de un Dios que esperaba a que cada semilla germinara a su debido tiempo.
“Es cierto que el destino de la semilla depende también de la forma en que la acoge el terreno y de la situación en que se encuentra, pero ante todo, con esta parábola, Jesús nos dice que Dios arroja la semilla de su palabra sobre todo tipo de terreno, es decir, en cualquier situación en la que nos encontremos: a veces somos más superficiales y distraídos, a veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, a veces estamos agobiados por las preocupaciones de la vida, pero también hay momentos en los que estamos disponibles y acogedores”, reflexionó.
Asimismo, durante la audiencia pública remarcó que Dios confiaba y esperaba que, tarde o temprano, la semilla floreciera. Él nos amaba así: no esperaba a que fuéramos el mejor terreno, sino que siempre nos daba generosamente su palabra. Quizás, al ver esa confianza, nacía en nosotros el deseo de convertirnos en un terreno mejor. Esta esperanza, afirmó, estaba fundada sobre la roca de la generosidad y la misericordia de Dios.
“Al contar cómo la semilla da fruto, Jesús también está hablando de su vida. Jesús es la Palabra, es la Semilla. Y la semilla, para dar fruto, debe morir. Entonces, esta parábola nos dice que Dios está dispuesto a «desperdiciarse» por nosotros y que Jesús está dispuesto a morir para transformar nuestra vida”, añadió el Santo Padre.
El Papa explicó que las parábolas no eran simplemente relatos sencillos o ejemplos morales, sino que eran narraciones tomadas de la vida cotidiana con un significado más profundo y provocar interrogantes en el oyente, mover el corazón y la conciencia. Aclaró que el término griego “parábola” significaba “lanzar hacia adelante”, es decir, “lanzar una verdad que interpela directamente al oyente. Por eso, cada parábola nos desafiaba a preguntarnos: ¿qué dice esa historia a mí?, ¿qué lugar ocupo en ella?”.
Como complemento visual y espiritual, el Papa compartió su reflexión sobre el famoso cuadro de Van Gogh, El sembrador al atardecer. En la obra, el sembrador aparece bajo el sol, símbolo del esfuerzo y del poder vivificante de Dios, que domina la escena. Aunque en segundo plano, explicó, el sol (Dios) ocupa el centro, recordándonos que Él es quien da el crecimiento, incluso cuando no lo percibimos directamente. Aunque no siempre entendamos cómo actúa, la semilla siempre da fruto.
Finalmente, el Papa León XIV invitó a los fieles a reflexionar sobre su situación respecto a la Palabra de Dios. Reconoció que muchas veces no somos el terreno ideal, pero animó a no desanimarse y a pedir a Dios la gracia de convertirse en un suelo fértil.
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