Es común sentir miedo a la muerte y a lo que sigue después de ella. “Pasar por esa puerta da un poco de miedo, pero siempre está la mano de Dios que te hace avanzar”, aseguró el Papa Francisco ante esta situación.
Durante la Audiencia General, concluyó su ciclo de catequesis sobre la vejez, con un mensaje de esperanza sobre lo que sigue después de la muerte:
“Lo mejor de la vida está por verse” y hay que esperar “esa plenitud de vida que nos espera a todos, cuando el Señor nos llame”.
Creer con seguridad que lo mejor está por venir ayuda a afrontar el miedo a la muerte.
“Nuestra vida es como una semilla que debe ser enterrada para que nazca y pueda dar fruto. Esto sucederá, aunque no sin tribulación, como lo indica san Pablo al hablar de los dolores de parto que sufre la creación. Pero Jesús nos espera con amor, nos prepara un lugar a la mesa en su Reino, del cual disfrutaremos al pasar a la otra vida”.
El Papa Francisco recordó que Jesús fue el primero que resucitó y que “luego iremos nosotros” porque ese es el destino de cada uno.
Como lo dice Jesús a Nicodemo – explicó el Papa Francisco – es como volver a nacer: “Si el primero ha sido sobre la tierra, el segundo es el nacimiento en el cielo”. Un nacimiento en el que “somos siempre nosotros, los que hemos caminado sobre la tierra”, como Jesús Resucitado que no perdió su humanidad, su vivencia ni su corporeidad.
“¡Jesús resucitado con su cuerpo vive en la intimidad trinitaria de Dios! Y en ella no pierde la memoria, no abandona su propia historia, no disuelve las relaciones en las que vivió en la tierra” (…) Y Él vendrá, no sólo vendrá al final por todos, vendrá cada vez por cada uno de nosotros. Él vendrá a buscarnos para llevarnos a Él. En este sentido la muerte es un poco el escalón para el encuentro con Jesús que me espera para llevarme a Él”.
El Papa Francisco insistió en su catequesis que la vejezes un momento en que particularmente la gente se enfrenta al miedo a la muerte, pero también un momento que permite ver la importancia de tantos ‘detalles’ de los que se constituye la vida: una caricia, una sonrisa, un gesto, un trabajo apreciado, una sorpresa inesperada, una alegría acogedora, un vínculo fiel, todo eso se hace más intenso.
“Lo esencial de la vida, al que en las cercanías de nuestra despedida nos damos más importancia, nos parece definitivamente claro”, dijo.
Por ello invitó a los adultos mayores a transmitir esa sabiduría a los jóvenes y adultos, a ser “luz para los demás”.
La ‘espera de la muerte’ no debe ser “anestesiada” o “aburrida”.
“Sí, queridos hermanos y hermanas, sobre todo ustedes, los ancianos, lo mejor de la vida está por verse. Esperemos, esperemos esa plenitud de vida que nos espera a todos, cuando el Señor nos llame”.
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