“¡Ningún niño es un error!”, lo afirma el Papa Francisco cuando faltan pocas horas para la celebración de la Navidad. Tras una reflexión enfocada en la defensa del no nacido, el pontífice centró su mirada en la Virgen María para bendecir a las madres y llamó a alabar a Dios por el milagro de la vida.
Tras el rezo del Ángelus del cuarto domingo del tiempo de Adviento, desde la capilla de la casa Santa Marta invitó a preguntarse: “¿Yo alabo al Señor y lo bendigo por cada niño que nace? ¿Sostengo y defiendo el valor sagrado de la vida de los pequeños desde su concepción en el seno materno?”.
En referencia al evangelio, el pontífice recordó el encuentro de dos mujeres felices por el don extraordinario de la maternidad: María acaba de concebir a Jesús, el Salvador del mundo (cf. Lc 1, 31-35), e Isabel, a pesar de su avanzada edad, lleva en su seno a Juan, que preparará el camino que precederá al Mesías (cf. Lc 1, 13-17), Juan Bautista.
De igual forma, hizo votos porque la Virgen María, “la Bendita entre todas las mujeres, nos haga capaces de experimentar asombro y gratitud ante el misterio de la vida que nace”. Y recordó en dos ocasiones una frase que leyó en el programa “A Sua immagine” en la cual estaba escrito: “¡Ningún niño es un error!”.
Por otra parte, el Papa rogó “que callen las armas y resuenen los villancicos”. Dijo que sigue con atención y preocupación las noticias que llegan de Mozambique y renovó su mensaje de esperanza, paz y reconciliación:
“Rezo para que el diálogo y la búsqueda del bien común, sostenidos por la fe y la buena voluntad, prevalezcan sobre la desconfianza y la discordia”. También dijo que la “atormentada Ucrania sigue siendo golpeada por atentados en las ciudades, que a veces dañan escuelas, hospitales, iglesias”, sostuvo.
Bajo ese contexto, expresó: “Recemos para que en Navidad cese el fuego en todos los frentes de guerra, en Tierra Santa, en Ucrania, en todo Medio Oriente y en el mundo entero. Y con dolor pienso en Gaza, en tanta crueldad; en los niños ametrallados, en los bombardeos de escuelas y hospitales… ¡Cuánta crueldad!”.
A diferencia de otras ocasiones, el rezo mariano expresado por el Papa se llevó a cabo desde la capilla de la Casa Santa Marta, un cambio motivado por razones de salud: el intenso frío decembrino en Vaticano y la necesidad de “tomar precauciones”, según dijo él mismo, ante un resfrío que le afecta por estos días.
“Lamento no estar en la plaza con ustedes, pero me estoy mejorando y se deben tomar precauciones”, señaló antes de expresar su homilía. El hecho no es nuevo, pues también en diciembre del año pasado, el papa rezó el Ángelus desde Santa Marta, siguiendo recomendaciones médicas relacionadas con una inflamación en sus pulmones.
Luego del rezo, el Santo Padre realizó la tradicional bendición de las imágenes del «Niño Dios». Comentó que él también llevó el suyo, un obsequio recibido del arzobispo de Santa Fe, el cual fue elaborado por aborígenes ecuatorianos.
“Les agradezco este gesto sencillo, pero importante. Los bendigo de corazón a todos, a sus padres, a sus abuelos, a sus familias. Y, por favor, ¡no se olviden de sus abuelos! Que nadie esté solo estos días”, sugirió antes de pedir: “Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Que el Señor los bendiga!”.
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