El Papa Francisco recordó su reciente viaje apostólico a África y aseguró que “la esperanza del mundo es Cristo, y su Evangelio es la levadura más poderosa de fraternidad, libertad, justicia y paz para todos los pueblos” .
En la audiencia general de este miércoles 11 de septiembre, el Papa Francisco hizo un repaso sobre los principales actos que presidió en Mozambique, Madagascar y Mauricio, así como sobre los mensajes que dedicó a los ciudadanos de cada nación.
El Pontífice describió que, ante el prolongado proceso de paz que vive el país y el reciente azote de los ciclones Idai y Kenneth, acudió a Mozambique para “esparcir semillas de esperanza, paz y reconciliación”.
Asimismo, expuso que la Iglesia sigue acompañando dicho proceso de paz, que avanzó el pasado 1 de agosto con un nuevo acuerdo entre las dos partes, y agradeció el trabajo realizado por la Comunidad Sant’ Egidio frente a este asunto.
En este país, “rico en belleza y recursos naturales” y a la vez marcado por la pobreza, el Obispo de Roma manifestó su deseo de que la población malgache “pueda superar la adversidad y construir un futuro de desarrollo conjugando el respeto por el medio ambiente y la justicia social”.
“Como signo profético de esta dirección”, el Papa Francisco visitó la Ciudad de la Amistad-Akamasoa, pues se trata de ”un lugar que atiende a los más pobres unir trabajo, dignidad, atención a los más pobres, instrucción de los niños. Todo animado por el Evangelio”.
En cuanto a la República de Mauricio, definida por el Santo Padre como un “lugar de integración entre diferentes etnias y culturas”, destacó la fuerza del “diálogo interreligioso y también la amistad entre los jefes de las diversas confesiones religiosas”, algo “natural” allí.
Como ejemplo de ello, se refirió al detalle del Gran Imán, que le dejó un ramo de flores en el episcopado “como señal de hermandad”.
La Santa Misa en Mauricio se celebró en el Monumento a María Reina de la Paz, en la fiesta del beato Jacques-Désiré Laval, conocido como el “apóstol de la unidad mauriciana” . En esta homilía, Francisco propuso las bienaventuranzas como el “carnet de identidad de los discípulos de Cristo” y el “antídoto contra este bienestar egoísta y discriminatorio, y también el fermento de la verdadera felicidad, impregnada de misericordia, justicia y paz”.
Finalmente, el Papa Francisco dijo que antes de iniciar un Viaje y al regreso del mismo, va siempre donde la Virgen María, a la Salus Populi Romani, para que sea Ella quien la acompañe en su Viaje, como Madre, a decirle que cosa debe hacer, a cuidar sus palabras, y sus gestos.
“Invito a todos a mirar a la Virgen y dejarse inspirar por Ella con sentimientos cristianos para que podáis vivir e imitar cada vez más a su Hijo Jesús”, dijo el Papa tras dirigirse a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados.
Con información de Zenit y Vatican News
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