El Papa Francisco celebró este domingo la Santa Misa por la Solemnidad de Pentecostés, en la que dijo que el Espíritu Santo es la unidad que reúne en la diversidad a la Iglesia. Posteriormente, encabezó el rezo del Regina Coeli desde la ventana de su estudio, por primera vez en casi tres meses.
“’Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu’, escribe el apóstol Pablo a los corintios”, dijo el Papa Francisco al inicio de su homilía en San Pedro.
Y el apóstol continúa diciendo: “‘Hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios’. Diversidad-unidad: San Pablo insiste en juntar dos palabras que parecen contraponerse. Quiere indicarnos que el Espíritu Santo es la unidad que reúne a la diversidad; y que la Iglesia nació así: nosotros, diversos, unidos por el Espíritu Santo”.
Así, dijo, pensemos en los apóstoles muchos de ellos gente sencilla, pescadores, pero también estaba Mateo, recaudador de impuestos. Cada uno tenía un carácter distinto y puntos de vista diversos.
“Todos eran diferentes, Jesús no los había cambiado, no los había uniformado y convertido en ejemplares producidos en serie. Había dejado sus diferencias y, ahora, ungiéndolos con el Espíritu Santo, los une. La unión de ellos, que son diferentes, llega con la unción”.
“En Pentecostés, los Apóstoles comprendieron la fuerza unificadora del Espíritu. La vieron con sus propios ojos cuando todos, aun hablando lenguas diferentes, formaron un solo pueblo: el pueblo de Dios, plasmado por el Espíritu, que entreteje la unidad con nuestra diversidad, y da armonía porque es armonía”.
Sobre la Iglesia actual, el Papa preguntó: ¿Qué es lo que nos une, en qué se fundamenta nuestra unidad? Y dijo que entre el pueblo de Dios existen diferencias de opinión.
“La tentación está siempre en querer defender a capa y espada las propias ideas, considerándolas válidas para todos, y en llevarse bien sólo con aquellos que piensan igual que nosotros. Pero esta es una fe construida a nuestra imagen y no es lo que el Espíritu quiere”.
Por ello, dijo, se podría pensar que lo que une a la Iglesia es un comportamiento y no es así.
“Nuestro principio de unidad es el Espíritu Santo. Él nos recuerda que, ante todo, somos hijos amados de Dios. El Espíritu desciende sobre nosotros, a pesar de todas nuestras diferencias y miserias, para manifestarnos que tenemos un solo Señor, Jesús, y un solo Padre, y que por esta razón somos hermanos y hermanas”
“Empecemos de nuevo desde aquí, miremos a la Iglesia como la mira el Espíritu, no como la mira el mundo. El mundo nos ve de derechas y de izquierdas, con estas ideologías o con otras; el Espíritu nos ve del Padre y de Jesús”.
El mundo ve conservadores y progresistas, aseguró el Papa, pero el Espíritu ve hijos de Dios.
El secreto del Espíritu Santo es el don, continuó el Santo Padre, Él mantiene unido al pueblo de Dios haciéndonos partícipes de sus dones.
“El Espíritu, memoria viviente de la Iglesia, nos recuerda que nacimos de un don y que crecemos dándonos; no preservándonos, sino entregándonos sin reservas”.
Para concluir su homilía en la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, el Papa hizo un llamado a examinar el propio corazón y a estar atento de la presencia de “tres enemigos del don”: el narcisismo, el victimismo y el pesimismo.
El narcisismo, que lleva a la idolatría de sí mismo y a buscar sólo el propio beneficio. “Y en esta pandemia que el mundo sufre, duele ver en la humanidad el narcisismo, gente que se preocupa de sus propias necesidades, que es indiferente a las de los demás”.
El victimismo, es peligroso, dijo el Papa Francisco. “El victimista está siempre quejándose de los demás: ‘Nadie me entiende, nadie me ayuda, nadie me ama, ¡están todos contra mí!’. Y al respecto, en el drama que vive actualmente la humanidad, que grave es el victimismo, exclamó el Papa, pensar que no hay nadie que nos entienda y sienta lo que vivimos”.
El pesimista piensa que ya no hay esperanza, “y hoy día dijo por último el Papa Francisco, nos encontramos ante una carestía de esperanza y necesitamos valorar el don de la vida, el don que es cada uno de nosotros”.
El Espíritu Santo cuida a la cada persona de estos tres enemigos, dijo.
Posteriormente, el Papa Francisco encabezó el rezo del Regina Coeli desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, esto no ocurría desde el 1 de marzo de 2020 por las medidas de sanidad debido a la pandemia de COVID-19.
A partir del 8 de marzo, el Papa encabezó la oración del domingo desde el interior de la Biblioteca Apostólica. Luego, la plaza de San Pedro fue cerrada a los fieles debido a la pandemia. Se reabrió el pasado 18 de mayo, pero el Papa no se había dirigido a los fieles desde la ventana de su estudio hasta esta Solemnidad de Pentecostés.
Los fieles lo recibieron gusto y él los saludó: “Queridos hermanos y hermanas, buenos días, hoy que la plaza está abierta podemos regresar con mucho gusto”, les dijo.
En su mensaje previo al Regina Coeli, el Papa Francisco recordó que la Solemnidad del Pentecostés, memoria de la efusión del Espíritu Santo sobre la primera comunidad cristiana, es la fiesta que renueva la conciencia de la presencia vivificante del Espíritu Santo, que habita en nosotros.
“El Espíritu Santo nos da la valentía de salir de los muros protectores de nuestros cenáculos, sin descansar en la vida tranquila o encerrarnos en hábitos o costumbres, estériles”.
No debemos guardarnos la alegría, ni encerrarnos en nosotros mismos, dijo.
Y finalmente el Papa le pidió a la Virgen María, “protagonista con la primera Comunidad de la admirable experiencia de Pentecostés”, que obtenga para la Iglesia el ardiente espíritu misionero”.
Con información de Vatican News.
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