Papa Francisco en la Plaza de San Pedro
Al celebrar este miércoles la Audiencia General en la Plaza de San Pedro (Roma), el Papa Francisco reflexionó en torno a la séptima y última invocación de la oración del Padre Nuestro “Líbranos del mal”.
Al respecto, el Santo Padre aseguró que no basta pedir a Dios que no nos deje caer en la tentación, sino que debemos ser liberados de un mal que intenta devorarnos.
El Pontífice explicó que la oración cristiana es consciente de la realidad que le rodea, y por esta razón pone al centro la súplica a Dios, especialmente en los momentos en el que la amenaza del mal se hace más presente.
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Detalló que el sentido original en griego de esta invocación es muy fuerte, pues evoca la presencia del maligno “que tiende a agarrarnos y mordernos, y del cual se le pide a Dios que nos libere”.
Tras recordar que san Pablo dice que el maligno está a nuestro alrededor como un león furioso, para devorarnos, el Papa explicó que “hay un mal misterioso, que ciertamente no es obra de Dios, sino que penetra silenciosamente entre los pliegues de la historia… y en algunos días su presencia parece más nítida que la de la misericordia de Dios”.
Finalmente, dijo que ante la presencia del mal en la historia y en la vida del hombre, quien ora ve ante sus ojos este engorroso mal tan claro, y tan en contradicción con el misterio mismo de Dios. “Lo ve en la naturaleza, en la historia, incluso en su propio corazón”, dijo.
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