La oración, la caridad y el ayuno son las armas del espíritu y, con ellas, es posible incluso cambiar la historia, aseguró el Papa Francisco en su homilía del Miércoles de Ceniza, fecha en la que inició la Cuaresma 2022.
Debido a complicaciones de salud, el Santo Padre no pudo presidir la Misa, pero el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, leyó su mensaje.
En su homilía, el Papa explicó que la Cuaresma es “un camino de curación, no para cambiar todo de la noche a la mañana, sino para vivir cada día con un espíritu nuevo”.
“Este es el propósito de la oración, la caridad y el ayuno. Purificados por la ceniza cuaresmal, purificados de la hipocresía de las apariencias, recobran toda su fuerza y regeneran una relación viva con Dios, con los hermanos y consigo mismos”.
¿Pero cuál es el significado de la oración, la caridad y el ayuno en Cuaresma? El Papa Francisco lo explicó de la siguiente manera:
“La oración humilde, hecha ‘en lo secreto’ (Mt 6,6), en el recogimiento de la propia habitación, se convierte en el secreto para hacer que la vida florezca hacia afuera. Es un cálido diálogo de afecto y confianza, que reconforta y abre el corazón”.
“Especialmente en este período de Cuaresma, oremos mirando el Crucifijo: dejémonos invadir por la conmovedora ternura de Dios y pongamos en sus llagas nuestras heridas y las del mundo. No nos dejemos llevar por la prisa, estemos en silencio ante Él”.
“Si la oración es verdadera, sólo puede traducirse en caridad. Y la caridad nos libera de la peor esclavitud, la de nosotros mismos. La caridad cuaresmal, purificada por la ceniza, nos devuelve a lo esencial, a la íntima alegría de dar”.
“La limosna, hecha sin llamar la atención de los demás, da paz y esperanza al corazón. Nos revela la belleza del dar que se convierte en un recibir y así nos permite descubrir un valioso secreto: La felicidad está más en dar que en recibir”.
“No es una dieta, sino que más bien nos libera de la autorreferencialidad de la búsqueda obsesiva de bienestar físico, para ayudarnos a mantener en forma no el cuerpo sino el espíritu”. El ayuno nos reconduce a darle a las cosas su valor correcto. En concreto, nos recuerda que la vida no debe estar sujeta a la escena pasajera de este mundo”.
“El ayuno no debe limitarse sólo a la comida; en Cuaresma debemos ayunar, sobre todo, de lo que nos hace dependientes; que cada uno reflexione sobre esto, para hacer un ayuno que realmente tenga un impacto en la vida concreta de cada uno”.
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