“El uso de la energía atómica con fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común”, aseguró el Papa Francisco en Hiroshima, localidad de Japón que sufrió el embate de la primera bomba atómica el 6 de agosto de 1945.
El Pontífice visitó este domingo el parque del Memorial de la Paz, sitio donde cayó la bomba, para celebrar un Encuentro por la Paz, acto al que asistieron cerca de 1,000 fieles, 20 líderes religiosos y 20 víctimas.
El Santo Padre firmó el Libro de Honor y ofreció como regalo una lámpara con el símbolo pax (paz).
Posteriormente dio su mensaje en memoria de las víctimas, recordó que “venían de diferentes lugares, tenían nombres distintos, algunos de ellos hablaban lenguas diversas. Todos quedaron unidos por un mismo destino, en una hora tremenda que marcó para siempre, no sólo la historia de este país sino el rostro de la humanidad”.
“El uso de la energía atómica con fines de guerra es inmoral, como asimismo es inmoral la posesión de las armas atómicas”.
Finalmente, el Pontífice pidió: ¡Nunca más la guerra, nunca más el rugido de las armas, nunca más tanto sufrimiento! Que venga la paz en nuestros días, en este mundo nuestro”.
Previo a su llegada a Hiroshima, el Pontífice visitó Nagasaki, ciudad que el 9 de agosto de 1945 recibió la segunda bomba atómica usada en la Segunda Guerra Mundial.
Ahí visitó el Parque de La Paz, sitio donde cayó la bomba y que tiene una estrella en mármol negro con los nombres de las víctimas.
“Con el convencimiento de que un mundo sin armas nucleares es posible y necesario, pido a los líderes políticos que no se olviden de que las mismas no nos defienden de las amenazas a la seguridad nacional e internacional de nuestro tiempo”.
“Es necesario considerar el impacto catastrófico de un uso desde el punto de vista humanitario y ambiental, renunciando al fortalecimiento de un clima de miedo, desconfianza y hostilidad, impulsado por doctrinas nucleares”, dijo.
Después, visitó el Monumento de los 26 mártires en la colina de Nishizaka, Nagasaki, en memoria de los 26 mártires que fueron crucificados en 1597 por practicar la religión católica, entre ellos el mexicano san Felipe de Jesús.
En este lugar el Papa pidió también por los cristianos perseguidos de este siglo.
Por último, presidió una Misa ante más de 35,000 personas en el estadio de beisbol de la ciudad. Por la solemnidad de Cristo Rey, hizo una reflexión sobre el buen ladrón: “Unimos nuestras voces a la del malhechor que, crucificado junto con Jesús, lo reconoció y lo proclamó rey”.
“Estas tierras experimentaron, como pocas, la capacidad destructora a la que puede llegar el ser humano”. Por eso, como el buen ladrón, ha dicho, ‘queremos vivir ese instante donde poder levantar nuestras voces y profesar nuestra fe en la defensa y el servicio del Señor, el inocente sufriente’”.
Este lunes, el Papa visitará Tokio, la capital de Japón, donde se reunirá con el emperador Naruhito, tendrá un encuentro con jóvenes y una Misa masiva en el estadio Tokyo Dome.
Con información de Vatican News y Zenit.
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