El 4 de agosto de 2019 el Papa Francisco escribió una bella carta a los sacerdotes, con motivo de la fiesta del santo Cura de Ars, patrono de los párrocos.
Estas son las ocho cosas que el Santo Padre les dijo en aquella ocasión, y que quiere que atesoren para siempre en su corazón de pastores.
El Papa asegura que se siente como un hermano mayor y padre de los sacerdotes del mundo. “Quiero estar cerca, -les dice- en primer lugar para agradecerles en nombre del santo Pueblo fiel de Dios todo lo que recibe de ustedes y, a su vez, animarlos a renovar esas palabras que el Señor pronunció con tanta ternura el día de nuestra ordenación y constituyen la fuente de nuestra alegría: Ya no los llamo siervos…, yo los llamo amigos”
El Pontífice expresa en la misiva que en sus reuniones con obispos y sacerdotes ha oído que muchos se sienten ridiculizados y “culpabilizados” por crímenes que no cometieron.
“Sin negar y repudiar el daño causado por algunos hermanos nuestros sería injusto no reconocer a tantos sacerdotes que, de manera constante y honesta, entregan todo lo que son y tienen por el bien de los demás (cf. 2 Co 12,15) y llevan adelante una paternidad espiritual capaz de llorar con los que lloran”.
“Son innumerables los sacerdotes que hacen de su vida una obra de misericordia en regiones o situaciones tantas veces inhóspitas, alejadas o abandonadas incluso a riesgo de la propia vida. Reconozco y agradezco vuestro valiente y constante ejemplo que, en momentos de turbulencia, vergüenza y dolor, nos manifiesta que ustedes siguen jugándose con alegría por el Evangelio”
“La vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor”, les dice.
“Un día pronunciamos un “sí” que nació y creció en el seno de una comunidad cristiana… Un “sí” cuyo alcance ha tenido y tendrá una trascendencia impensada, que muchas veces no llegaremos a imaginar todo el bien que fue y es capaz de generar. ¡Qué lindo cuando un cura anciano se ve rodeado y visitado por esos pequeños —ya adultos— que bautizó en sus inicios y, con gratitud, le vienen a presentar la familia! Allí descubrimos que fuimos ungidos para ungir y la unción de Dios nunca defrauda y me hace decir con el Apóstol: Doy gracias sin cesar por Ustedes (Ef 1,16) y por todo el bien que han hecho”
Para el Pontífice, en una cultura “que convirtió lo gaseoso en valor”, los sacerdotes son símbolo de compromiso.
“Sustancialmente estamos diciendo que seguimos creyendo en Dios que jamás ha quebrantado su alianza, inclusive cuando nosotros la hemos quebrantado incontablemente. Esto nos invita a celebrar la fidelidad de Dios que no deja de confiar, creer y apostar a pesar de nuestros límites y pecados, y nos invita a hacer lo mismo”.
“Gracias demos, también por la santidad del Pueblo fiel de Dios que somos invitados a apacentar”, expresa el Papa Francisco.
“El Señor también nos apacienta y cuida con el regalo de poder contemplar a ese pueblo en esos padres que cuidan con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Agradezcamos por cada uno de ellos”.
“La misión a la que fuimos llamados no entraña ser inmunes al sufrimiento, al dolor e inclusive a la incomprensión… Hermanos, cuando esa tristeza dulzona amenace con adueñarse de nuestra vida o de nuestra comunidad, sin asustarnos ni preocuparnos, pero con determinación, pidamos y hagamos pedir al Espíritu que venga a despertarnos, a pegarnos un sacudón en nuestra modorra, a liberarnos de la inercia”.
Pero, ¿cómo mantenerse unidos? El Pontífice enumera dos formas.
“Para mantener animado el corazón es necesario no descuidar estas dos vinculaciones constitutivas de nuestra identidad: la primera, con Jesús. Cada vez que nos desvinculamos de Jesús o descuidamos la relación con Él, poco a poco nuestra entrega se va secando y nuestras lámparas se quedan sin el aceite capaz de iluminar la vida (cf. Mt 25,1-13)”.
“La otra vinculación constitutiva: acrecienten y alimenten el vínculo con su pueblo. No se aíslen de su gente y de los presbiterios o comunidades. Menos aún se enclaustren en grupos cerrados y elitistas. Esto, en el fondo, asfixia y envenena el alma. Un ministro animado es un ministro siempre en salida”.
“Es imposible hablar de gratitud y ánimo sin contemplar a María…Mirar a María es volver «a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes”.
El Papa concluye pidiendo que el Señor Jesús bendiga a los sacerdotes y que la Virgen Santa los cuide.
“Y, por favor, les pido que no se olviden de rezar por mí”.
Lee la carta completa.
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