Este 15 de agosto, en que la Iglesia conmemora la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María al Cielo, el Papa Francisco señaló que hoy celebramos una conquista infinitamente más grande que la de la llegada del hombre a la luna: el que la Virgen haya puesto sus pues en el paraíso, no sólo en espíritu, sino también en cuerpo. “Este paso de la pequeña Virgen de Nazaret ha sido el gran salto de la humanidad”.
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Durante el rezo del Ángelus, el Santo Padre señaló que de nada sirve alcanzar hitos históricos, como el conquistar la luna, si esto no sirve para vivir como hermanos en la tierra. En cambio -dijo-, saber que un ser humano, que uno de uno de nosotros viva en el cielo en cuerpo y alma, nos da esperanza, porque entendemos que somos valiosos, que estamos destinados a resucitar, que Dios no dejará desvanecer nuestro cuerpo en la nada.
“¡Con Dios nada se pierde! -dijo el Papa Francisco-, en María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se desvanecen, sino para conquistar la patria allá arriba, que es para siempre. Y la Virgen es la estrella que nos orienta”.
Asimismo, en la Solemnidad de la Asunción de María, el Papa recordó que Nuestra Madre Santísima aconsejó a la humanidad poner a Dios como primera grandeza de la vida. “El evangelio, lo primero que dice es: ‘Engrandece mi alma al Señor’. Tal vez estamos acostumbrados a escuchar estas palabras, quizá ya no hagamos caso a su significado; pero la palabra ‘engrandece’ significa literalmente ‘hacer grande, engrandecer’. Y María engrandece al Señor, no a los problemas, que tampoco le faltaban”.
En este sentido, el Santo Padre dijo que muchas veces nos dejamos vencer por las dificultades y absorber por los miedos; pero la Virgen, en cambio, ponía a Dios como la primera grandeza de la vida, y en Él basaba su alegría. “No en la ausencia de problemas, que antes o después llegan; sino en la presencia de Dios, porque Dios es grande y nos mira a los pequeños, a nosotros que somos su debilidad de amor”.
Por esta razón, en la Solemnidad de la Asunción de María, el Papa dijo que nos acordemos siempre de alabar a Dios por las maravillas que hace por nosotros, por cada jornada que nos regala, porque nos ama y nos perdona, por su ternura, por habernos dado a su Madre y porque nos ha abierto el cielo.
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