La voz del Papa

9 prejuicios sobre los pobres que el Papa corrige

En su exhortación Dilexi te, el Papa León XIV aborda con claridad y profundidad la relación entre la Iglesia y los pobres. Lejos de los estereotipos, el Santo Padre desmonta los prejuicios más comunes que distorsionan la verdadera mirada cristiana hacia quienes viven en la pobreza.

Con el Evangelio como argumento, y el legado de los Padres de la Iglesia y diversos santos, el Papa recuerda que los pobres no son “los otros”, sino parte esencial del Cuerpo de Cristo y maestros de caridad y esperanza.

Prejuicio 1: “Los pobres son solo quienes no tienen dinero o trabajo”

Realidad: El Papa León XIV explica en Dilexi te (n. 9) que los pobres tienen muchas caras. No solo son quienes carecen de recursos económicos, sino también:

  • Los que no son respetados en su dignidad.
  • Los que sufren pobreza moral, espiritual o cultural.
  • Las personas vulnerables en su persona o en la sociedad.
  • Aquellos que no tienen derechos o libertad.

Prejuicio 2: “Los pobres son pobres porque quieren”

Realidad: El Papa critica con firmeza la “falsa visión de la meritocracia” (Dilexi te, n. 14), esa idea que valora solo a quien tiene éxito. Aunque reconoce que existen quienes no quieren trabajar, pide mirar con compasión a los que se esfuerzan cada día y aun así no logran sobrevivir dignamente.

Prejuicio 3: “La caridad no es para todos”

Realidad: Todos los cristianos estamos llamados a la caridad. En el número 15, el Papa invita a “volver a leer el Evangelio” para entender que la caridad no es exclusiva de algunos, sino parte esencial de la vida cristiana.

“No es posible olvidar a los pobres si no queremos salir fuera de la corriente viva de la Iglesia que brota del Evangelio”.

Prejuicio 4: “Los pobres están por debajo de nosotros”

Realidad: Los pobres no son inferiores; de hecho, el Papa los llama “maestros del Evangelio” y hermanos nuestros.

Así lo descubrieron santos como San Benito Menni y Santa Katharine Drexel.

“Cuando la Iglesia se inclina hasta el suelo para cuidar de los pobres, asume su postura más elevada”. (Dilexi te, n. 79).

Prejuicio 5: “Asistir yo solo a los pobres me hace ver como tonto”.

Realidad: Ayudar no es una decisión personal aislada, sino un deber cristiano. Debemos transformar la conciencia colectiva para que la ciencia, la técnica y la política trabajen por la fraternidad, la justicia y la paz.

“Es responsabilidad de todos los miembros del pueblo de Dios hacer oír, de diferentes maneras, una voz que despierte, que denuncie y que se exponga, aun a costo de parecer ‘estúpidos’. Las estructuras de injusticia deben ser reconocidas y destruidas con la fuerza del bien, a través de un cambio de mentalidad, pero también con la ayuda de las ciencias y la técnica, mediante el desarrollo de políticas eficaces en la transformación de la sociedad” (Dilexi te, n. 97).

Foto Cortesía Sant´Egidio.

Prejuicio 6: “La pobreza es solo un tema social”

Realidad: Desde la mirada de Cristo, los pobres no son “los otros”, sino “son de los nuestros”. No se trata de ayudarlos por unas horas, sino de tratarlos como familia: dedicarles tiempo, escucharlos y acompañarlos (n. 104).

“La cuestión de los pobres conduce a lo esencial de nuestra fe” (Dilexi te, n. 110).

Prejuicio 7: “Nuestra tarea es solo rezar y enseñar la doctrina”

Realidad: El Papa recuerda que servir a los pobres es una misión integral: espiritual y material. Reducirlo a la oración genera distancia e indiferencia.

La “atención espiritual hacia los pobres es puesta en discusión por ciertos prejuicios, también por parte de cristianos, porque nos sentimos más a gusto sin los pobres” (Dilexi te, n. 114). Cristo pide un amor cercano y sacrificado, lejos de la comodidad y los privilegios.

Prejuicio 8: “Es mejor que los ricos atiendan a los pobres.”

Realidad: Confiar solo en las clases privilegiadas para resolver los problemas de los pobres es una forma de mundanidad. El Papa advierte que este pensamiento aleja de Cristo y de la conversión real.

Asegura que estas opiniones nos llevan a preferir “círculos sociales que nos tranquilizan” o a buscar “privilegios que nos acomodan”. (Dilexi te, n. 114).

La cercanía con los necesitados es esencial, sin importar nuestro nivel social o económico.

Prejuicio 9: “No sirve de nada dar limosna.”

Realidad: “No podemos correr el riesgo de dejar a una persona abandonada a su suerte” (Dilexi te, n. 115).

 Dar limosna no es solo compartir bienes materiales, sino un acto de amor y encuentro:

 “La limosna sigue siendo un momento necesario de contacto, de encuentro y de identificación con la situación de los demás” (Dilexi te, n. 116).

Dar limosna es mirar al pobre a los ojos, compartir su dolor y hacerlo nuestro.

Josselin Melara

Lic. en Lengua y literaturas hispánicas por la UNAM, con experiencia en edición digital y redes sociales. Ha sido editora de los sitios web Padres e hijos, Cocina Fácil y colaborado en National Geographic y Muy Interesante. Actualmente es editora en la Diócesis de Azcapotzalco y forma parte del equipo de redes de Desde la Fe.

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