En su mensaje previo al Ángelus del primer domingo de Adviento, el Papa Francisco recordó que este tiempo, el primero del año litúrgico y camino a la Navidad, es una “llamada incesante a la esperanza”, pues nos recuerda que Dios no está lejos, que siempre está con nosotros.
El Adviento es un tiempo de espera y esperanza, dijo el Santo Padre.
Para un cristiano lo importante es el encuentro continuo con Dios, por lo que es importante recordar que “el Señor viene cada día”, agregó el Santo Padre, viene “para que, con su gracia, podamos cumplir el bien en nuestra vida y en la de los otros. Nuestro Dios es un Dios-que-viene —no olviden esto: Dios es un Dios que viene, viene continuamente— : ¡Él no decepciona nuestra espera! El Señor no decepciona nunca. Nos hará esperar quizá, nos hará esperar algún momento en la oscuridad para hacer madurar nuestra esperanza, pero nunca decepciona”, agregó.
La festividad de Navidad conmemora esta primera venida de Jesús en el momento histórico, señaló. Además, vendrá al final de los tiempos como juez universal. Y una tercera vez en la que “viene cada día a visitar a su pueblo, a visitar a cada hombre y mujer que lo acoge en la Palabra, en los Sacramentos, en los hermanos y en las hermanas”.
Dios llama a nuestra puerta, dijo el Papa Francisco, “¿Tú sabes escuchar al Señor que llama, que ha venido hoy para visitarte?”, preguntó a los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.
“Sabemos bien que la vida está hecha de altos y bajos, de luces y sombras. Cada uno de nosotros experimenta momentos de desilusión, de fracaso y de pérdida. Además, la situación que estamos viviendo, marcada por la pandemia, en muchos genera preocupaciones, miedo y malestar; se corre el riesgo de caer en el pesimismo, el riesgo de caer en ese cierre y en la apatía”, dijo el Santo Padre.
¿Cómo debemos reaccionar frente a todo esto?, preguntó.
“Nos lo sugiere el Salmo de hoy: ‘Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo; en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos’ (Sal 32, 20-21).
“Es decir, el alma en espera, una espera confiada del Señor hace encontrar consuelo y valentía en los momentos oscuros de la existencia. ¿Y de qué nace esta valentía y esta apuesta confiada? ¿De dónde nace? Nace de la esperanza. Y la esperanza no decepciona, esa virtud que nos lleva adelante mirando al encuentro con el Señor”.
Por ello, “el Adviento es una llamada incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a su fin último para conducirla a su plenitud, que es el Señor, el Señor Jesucristo. Dios está presente en la historia de la humanidad, es el ‘Dios con nosotros'”.
“Dios no está lejos, siempre está con nosotros, hasta el punto que muchas veces llama a las puertas de nuestro corazón. Dios camina a nuestro lado para sostenernos. El Señor no nos abandona; nos acompaña en nuestros eventos existenciales para ayudarnos a descubrir el sentido del camino, el significado del cotidiano, para infundirnos valentía en las pruebas y en el dolor. En medio de las tempestades de la vida, Dios siempre nos tiende la mano y nos libra de las amenazas”.
Y así como nosotros esperamos a Dios, Él también espera que nosotros nos manifestemos a Él, agregó el Santo Padre.
En su mensaje posteiror al Ángelus, el Papa Francisco hizo un llamado a la caridad en el Adviento, atravesado por la pandemia de COVID-19.
“Tratemos de sacar el bien también en la difícil situación que la pandemia nos impone: mayor sobriedad, atención discreta y respetuosa a quienes estén cerca que pueden tener necesidad, algún momento de oración hecho en familia con sencillez. Estas tres cosas nos ayudarán mucho”.
En su mensaje, el Papa también expresó su solidaridad con Centroamerica, afectada por los huracanes Eta e Iota.
“Deseo expresar nuevamente mi cercanía a las poblaciones de América Central golpeadas por fuertes huracanes, en particular recuerdo a las Islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, como también la costa pacífica del norte de Colombia. Rezo por todos los países que sufren a causa de estas calamidades”, dijo.
Debido a estos huracanes, en Centroamerica fallecieron al menos 200 personas y hay más desaparecidas. Además, se calculan millones de dólares en pérdidas en infraestructura y viviendas, informó la agencia AFP citando balances de los países afectados.
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