El Papa Francisco aseguró que las bienaventuranzas “son el carnet de identidad del cristiano” y que para ser buen cristiano basta con hacer lo que Jesús indica en las mismas.
Como parte de su gira por África, este 9 de septiembre de 2019, el Santo Padre ha presidido la celebración eucarística en el Monumento de María Reina de la Paz en Port Louis, Mauricio.
Ahí, comenzó su homilía saludando a los miles de peregrinos venidos no sólo de Mauricio, sino de las demás islas circundantes, del Océano Índico y les animó a dejar que la misma Palabra, que Jesús pronunció hace dos mil años, “encienda hasta los corazones más fríos”.
Con respecto a vivir las bienaventuranzas en nuestra vida se refirió al ejemplo del beato Jacques-Désiré Laval, misionero evangelizador, muy venerado en Mauricio y que celebra hoy su fiesta. Así, el Papa resaltó cómo el padre Laval supo que “evangelizar suponía hacerse todo para todos (cf. 1 Co 9, 19-22): aprendió el idioma de los esclavos recientemente liberados y les anunció de manera simple la Buena Nueva de la salvación. Supo convocar a los fieles y los formó para emprender la misión y crear pequeñas comunidades cristianas en barrios, ciudades y aldeas vecinas(…)”.
El Papa llamó a la Iglesia no perder el entusiasmo evangelizador, “refugiándonos en seguridades”, que derivan en una Iglesia incapaz de convocar. Por eso, insiste: “El impulso misionero tiene rostro joven y rejuvenecedor. Son precisamente los jóvenes quienes, con su vitalidad y entrega, pueden aportarle la belleza y frescura propia de la juventud cuando desafían a la comunidad cristiana a renovarnos y nos invitan a partir hacia nuevos horizontes”.
El Papa llamó la atención sobre la situación de los jóvenes en Mauricio: “son los jóvenes los que más sufren, padecen la desocupación, les quita la posibilidad de sentirse actores privilegiados de la propia historia común”. Los jóvenes, dice el Papa, “viven un futuro incierto que los empuja fuera del camino y los obliga a escribir su vida al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI. ¡Ellos, nuestros jóvenes, son nuestra primera misión!”
El Santo Padre animó a todos a “darles un lugar (a los jóvenes), conociendo “su lenguaje”, escuchando sus historias, viviendo a su lado, haciéndoles sentir que son bienaventurados de Dios. ¡No nos dejemos robar el rostro joven de la Iglesia y de la sociedad; no dejemos que sean los mercaderes de la muerte quienes roben las primicias de esta tierra!”
Con información de Zenit y Vatican News
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