El Papa Francisco visitó la Ciudadela de la Caridad con ocasión del 40º aniversario de Cáritas de Roma y se reunió con los invitados y voluntarios de la misma, a quienes recordó que “todos tenemos el mismo carnet de identidad, ‘vulnerables, amados y salvados por Dios’”.
Durante su visita, el Santo Padre fue recibido por el Cardenal Vicario Angelo De Donatis, el Obispo Gianpiero Palmieri y el Padre Benoni Ambarus, Director de Cáritas de Roma, alrededor de las 4:00 de la tarde.
Enseguida el Pontífice visitó la Capilla “Santa Jacinta”, donde oró brevemente. Posteriormente, el Papa se dirigió al Centro Dental, el Emporio de la Solidaridad y el Comedor, allí lo esperaban las personas que son atendidas por este organismo diocesano.
“Continúen juntos, ayudándose unos a otros, porque esto hace bien al corazón. Cuando el corazón se detiene no hay vida. Y el corazón de la amistad debe estar siempre en movimiento, porque así es la vida. Y este es el signo de la fraternidad, de la amistad. Gracias por estar aquí y recen por mí. Y que Dios los bendiga a todos. Gracias”, dijo el Papa.
Después, se reunió en la sala de conferencias con 220 invitados y voluntarios en representación de todos los signos diocesanos y de la Cáritas parroquial. Antes de pronunciar unas palabras, se produjo la intervención del director de la Ciudadela de la Caridad, Benoni Ambarus y los testimonios de una voluntaria y de un hombre que había vivido durante un tiempo en el albergue de Via Marsala.
En su discurso improvisado, el Papa resaltó la palabra “vulnerabilidad”. Para el Santo Padre, la vulnerabilidad “es común a todos, todos somos vulnerables y para trabajar en Cáritas, es preciso reconocer esa palabra y reconocerla hecha carne en el corazón. Venir a pedir ayuda es decir ‘soy vulnerable’ y ayudar bien solamente se hace desde la propia vulnerabilidad”.
Existen heridas y debilidades diversas en cada persona, “pero todos somos débiles, todos somos vulnerables” y “también Dios quiso hacerse vulnerable por nosotros, es uno de nosotros y sufrió no tener casa donde nacer, sufrió la persecución, escapar a otro país, emigrante, sufrió la pobreza. Dios se hizo vulnerable y por eso podemos hablar con Jesús, porque es uno de nosotros”, explicó.
“Gracias a todos por hacer ver que todos tenemos el mismo carnet de identidad, cada uno tiene su propia vulnerabilidad. El apellido es siempre el mismo ‘vulnerable’ y esto es grande, es bello porque significa que necesitamos salvación, necesitamos cura. Y la salvación, Dios no la hace con un decreto, Dios la hace caminando con Dios, acercándose a nosotros en Jesús”, concluyó.
Con información de Zenit y Vatican News
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