El Papa León XIV durante el Jubileo de los Jóvenes. Crédito: Vatican Media
“La amistad puede cambiar verdaderamente el mundo”, dijo el Papa León XIV a un millón de jóvenes durante la vigilia del Jubileo de los Jóvenes en Roma.
Y es que, al responder la pregunta de una joven mexicana, el Pontífice habló del valor de construir relaciones auténticas en un tiempo en el que los vínculos humanos parecen cada vez más frágiles y superficiales.
El Papa León XIV ofreció cinco consejos concretos para cultivar amistades verdaderas: aquellas que transforman la vida, dan esperanza y abren caminos de paz.
“Nuestra vida comienza con un vínculo”, dijo el Papa, recordando que no venimos al mundo solos ni nos construimos en aislamiento. Somos hijos de alguien, y desde ese primer lazo empezamos a crecer. Formar relaciones sanas y verdaderas no es un lujo, sino una necesidad humana. La amistad verdadera se enraíza en esta conciencia de que necesitamos del otro para descubrirnos, madurar y caminar hacia el bien. Sin vínculos, no hay crecimiento ni plenitud.
El Papa León XIV explicó que la cultura en la que vivimos moldea nuestras relaciones, pero que no debemos conformarnos con lo que nos ofrece sin cuestionarlo. Cada cultura, dijo, contiene palabras nobles y otras vulgares, valores y errores. Por eso, invitó a los jóvenes a buscar apasionadamente la Verdad, porque solo ella une de forma auténtica las palabras con los hechos, y los nombres con los rostros. La amistad basada en la verdad se vuelve clara, confiable y duradera. La mentira, en cambio, separa, confunde y daña.
El Papa reconoció que las redes sociales pueden ser una herramienta maravillosa para el encuentro y el diálogo, pero también advirtió que se vuelven peligrosas cuando son dominadas por intereses comerciales o lógicas de consumo. “Cuando el instrumento domina al hombre, el hombre se convierte en instrumento”, advirtió con firmeza. En ese contexto, nuestras relaciones se fragmentan, se vuelven ansiosas e inestables. Por ello, el Papa hizo un llamado a no permitir que los algoritmos nos digan qué pensar ni con quién relacionarnos.
Inspirado en san Agustín, quien también atravesó una juventud tempestuosa, el Papa recordó que el deseo profundo del corazón humano solo se sacia con amistades fieles y verdaderas, y que estas solo se encuentran plenamente en Cristo. “Ninguna amistad es fiel sino en Cristo”, dijo. Cuando Cristo está en el centro de una relación, la amistad deja de ser superficial para volverse reflejo del amor de Dios: respetuosa, generosa, paciente, estable. Esa es la amistad que no defrauda y que puede sostenernos incluso en los momentos más oscuros.
En su llamado final, León XIV invitó a los jóvenes a amarse unos a otros con la mirada puesta en Cristo. “Sepan ver a Jesús en los demás”, dijo. Solo cuando somos capaces de reconocer en el otro un rostro amado por Dios, podemos construir relaciones basadas en el respeto, la dignidad y la paz. La amistad auténtica, concluyó el Papa, no es solo una experiencia personal valiosa: es una fuerza capaz de transformar comunidades y sociedades enteras. “La amistad es el camino por la paz”.
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