En el segundo día de actividades de su 35 Viaje Apostólico -en el que después de Chipre visitará Grecia-, el Papa Francisco celebró una Santa Misa ante 7,000 chipriotas en el Estadio Neo GPS, donde fue recibido emotivamente por un coro con el canto “Pescador de hombres” interpretado en italiano.
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En su homilía, el Papa Francisco habló a los chipriotas sobre las tres claves que en este Adviento pueden a ayudarlos a acoger al Señor Jesús, a partir del evangelio de san Mateo sobre la curación de los ciegos que van hacia Él, y juntos le llevan sus sufrimientos y anuncian con alegría su curación.
El Papa Francisco señaló que, como los 2 ciegos que seguían a Jesús escuchando sus pasos y llamándolo “Hijo de David”, en busca de luz para sus ojos, los cristianos también debemos buscarlo para que nos cure la ceguera del corazón.
Pero en lugar de ir hacia Jesús -dijo-, frecuentemente preferimos quedarnos encerrados en nosotros mismos, estar solos con nuestras oscuridades y autocompadecernos en compañía de nuestras tristezas. “Jesús es el médico, sólo Él, la Luz verdadera que ilumina a todo hombre, y nos da calor y amor en abundancia”.
En este sentido, el Santo Padre aseguró que si cada uno sólo piensa en sí mismo, no podrá curarse la ceguera; por eso, en el relato evangélico no se cura un solo ciego, sino dos, lo cual está lleno de un significado cristiano. Los 2 ciegos piden ayuda juntos -explicó-: “Ten piedad de nosotros”, lo cual es un signo elocuente de la vida cristiana, el rasgo distintivo de la vida eclesial.
Señaló que los 2 ciegos, al compartir sus sufrimientos y su amistad fraterna nos enseñan mucho de la vida cristiana. Aseguró que la ceguera nos impide ver a Dios como Padre y a los otros como hermanos, y en cambio nos hace ver al Señor como amo y a los otros como contrarios, lo cual es obra del tentador, que falsifica las cosas para “arrojarnos al desánimo y a la amargura”.
“Por tanto, no se puede afrontar la oscuridad estando solos. Si llevamos solos nuestras cegueras interiores, nos vemos abrumados. Necesitamos ponernos uno junto al otro, compartir las heridas y afrontar el camino juntos”.
“Aunque Jesús -explicó el Papa Francisco- tras haber curado a los ciegos, les recomendó no decir nada a nadie, ellos hicieron lo contrario. Pero no para desobedecer al Señor, sino porque no pudieron contener el entusiasmo del encuentro y su curación. “Así es la alegría del Evangelio, incontenible, llena el corazón y la vida de quienes se encuentran con Jesús”.
“Pero no se trata de hacer proselitismo, sino de dar testimonio; no se trata de un culto exterior, sino de un amor vivido”, dijo el Papa Francisco, para animar a los chipriotas a renovar su encuentro con Jesús, saliendo “sin miedo” para testimoniarlo, llevando la Luz recibida, para iluminar la noche que a menudo nos rodea”.
Se necesitan cristianos iluminados -dijo finalmente-, pero sobre todo luminosos, “que toquen con ternura las cegueras de los hermanos, que con gestos y palabras de consuelo enciendan luces de esperanza en la oscuridad; cristianos que siembren brotes de Evangelio en los áridos campos de la cotidianidad, que lleven caricias a las soledades del sufrimiento y de la pobreza.
Con información de Vatican News
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