La voz del Papa

¿Qué dice el documento final del Sínodo?

Este sábado 26 de octubre de 2024, al término de la Decimosexta Congregación General del Sínodo de la Sinodalidad, ha sido publicado el esperado documento final, así como un anuncio del papa Francisco en el que aclaró que no se realizará una exhortación apostólica tras el Sínodo, como ocurre en ocasiones.

El resultado de los intensos debates y largas jornadas de trabajo será puesto a disposición de los obispos de todo el planeta, de forma que el texto sirva de guía y orientación en las distintas diócesis que conforman la estructura de la Iglesia Católica.

Si bien fue aprobado por una contundente mayoría que supera el 80 por ciento, los 155 párrafos que conforman el documento no lograron obtener un absoluto acuerdo por parte de los 355 padres y madres sinodales que participaron en su desarrollo.

Encuentra aquí el texto del documento, de momento publicado solamente en italiano. Cuenta con una introducción, cinco partes o capítulos y una conclusión.

Destacan apartados que sí se aprobaron de forma unánime. El párrafo 1 contenido en la introducción; el número 15, que aborda el llamado a la santidad y en el cual se afirma que del Bautismo “brota la identidad del Pueblo de Dios”.

También obtuvieron total consenso el párrafo 34, donde se indica que “no es aislándose como el hombre se valora a sí mismo, sino poniéndose en relación con los demás y con Dios”; el párrafo 51 que invita a la conversión, y el número 140, en el que se señala que “la misión es anunciar el Reino de Dios, ofreciendo a toda persona, sin excluir a nadie, la misericordia y el amor del Padre”.

En sus palabras al concluir las jornadas, el Papa Francisco señaló que el documento brinda indicaciones concretas que pueden servir de guía para la misión de las Iglesias. Por este motivo, el Pontífice lo pone a disposición de todos y desea con este gesto brindar un especial reconocimiento al valor del camino sinodal realizado.

Agregó que “El documento sobre el que hemos expresado nuestro voto es un triple regalo: para mí, como Obispo de Roma; para todo el Pueblo de Dios y un regalo que no puede quedarse solo en nosotros”. A continuación, se brindan algunos elementos destacados del documento.

Los resultados negativos de las guerras

La introducción contempla al Resucitado, en quien se observan “los signos de sus heridas (…) que siguen sangrando en el cuerpo de tantos hermanos y hermanas, también a causa de nuestras culpas”.

Hace mención a los rostros de “niños aterrorizados por la guerra, el llanto de las madres, los sueños rotos de tantos jóvenes, los refugiados que afrontan viajes terribles, las víctimas del cambio climático y de las injusticias sociales”.

El documento sinodal lamenta la existencia de “demasiadas guerras” y recuerda los continuos llamados del Papa a favor de la paz. Además, tiene un acento ecuménico que apunta a la “unidad plena y visible de los cristianos” como un “acto de ulterior recepción” del Concilio Vaticano II.

También advierte la “resistencia al cambio”; pero, destaca que “la misericordia de Dios” permite purificar el corazón “y continuar nuestro camino”.

“El corazón de la sinodalidad”

Entre otras cosas, define la sinodalidad como “un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer la Iglesia más participativa y misionera”. Aclara, sin embargo, que “la unidad de la Iglesia no es la uniformidad”.

En este aspecto, propone “una Iglesia más capaz de alimentar las relaciones: con el Señor, entre hombres y mujeres, en las familias, en las comunidades, entre todos los cristianos, entre los grupos sociales, entre las religiones, con la Creación”.

Participación más amplia de los laicos

También se impulsa una participación más amplia de los laicos, no sin antes señalar que el ministerio ordenado está “al servicio de la armonía”, mientras que el ministerio del obispo busca “componer los dones del Espíritu en la unidad”.

Hace alusión a la experiencia de “espiritualidad sinodal” y advierte que si no cuenta con profundidad espiritual, quedará reducida a un mero expediente organizativo.

De igual forma, destaca la importancia de la confianza mutua, pues “quienes toman las decisiones deben poder confiar y escuchar al Pueblo de Dios, que a su vez debe poder confiar en quienes ejercen la autoridad” (cf párrafo 80).

Sugiere impulsar el discernimiento eclesial para la misión, entendiéndolo como una “práctica espiritual” que debe vivirse en la fe y no como una simple suma de opiniones individuales.

Se subraya, asimismo, que transparencia, responsabilidad, evaluación y organismos de participación son elementos clave en las propuestas del documento final.

La unidad en la diversidad

Por otra parte, el documento resalta aspectos positivos de la unidad en la diversidad. Concretamente señala que “caminar juntos en lugares diferentes como discípulos de Jesús en la diversidad de carismas y ministerios, así como en el intercambio de dones entre las Iglesias, es un signo eficaz de la presencia del amor y de la misericordia de Dios en Cristo”.

También aborda aspectos centrales del servicio del Obispo de Roma. Sostiene que “antes de publicar documentos normativos importantes, se exhorta a los Dicasterios a iniciar una consulta con las Conferencias Episcopales y los organismos correspondientes de las Iglesias orientales católicas”.

Asimismo, destaca como “una de las peticiones que ha surgido con más fuerza y de todas partes durante el proceso sinodal” la necesidad de una formación integral, “continua y compartida”.

Protección de menores

Otro elemento de especial relevancia “es la promoción en todos los ambientes eclesiales de una cultura de la protección (salvaguardia), para hacer de las comunidades lugares cada vez más seguros para los menores y las personas vulnerables” (150).

Y piden que los temas de la Doctrina Social de la Iglesia, el compromiso por la paz y la justicia, el cuidado de la casa común y el diálogo intercultural e interreligioso sean difundidos “más ampliamente en el Pueblo de Dios”.

Finalmente, confían en que “el Espíritu ha puesto en el corazón de cada ser humano un deseo profundo y silencioso de relaciones auténticas y de vínculos verdaderos. La Creación misma habla de unidad y de compartir, de variedad y de entrelazamiento entre las diferentes formas de vida”.

Concluye con una oración a la Virgen María por la entrega de los resultados del Sínodo. A ella le piden: “¡Enséñanos a ser un Pueblo de discípulos misioneros que caminan juntos: una Iglesia sinodal!”.

Carlos Zapata

Ex editor de medios católicos con rica experiencia en el desarrollo de contenido SEO, branding y manejo estratégico de plataformas digitales.

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