Abren la quinta Puerta Santa: ha llegado el tiempo de la esperanza

De par en par ya están abiertas las cinco puertas santas que dan paso a un tiempo muy especial de perdón y reconciliación. El primer domingo de 2025 fue el día elegido para la apertura de la quinta Puerta Santa, en la Basílica de San Pablo Extramuros. Con ello, se completan los ritos queridos por el Papa Francisco para el Jubileo Ordinario de la Iglesia universal, con el que inicia un tiempo de esperanza.

La ceremonia de apertura de la quinta Puerta Santa fue presidida por el cardenal arcipreste James Michael Harvey, quien, tras abrir la Puerta Santa de San Pablo Extramuros, expresó que: “Cruzando con fe el umbral de esta Basílica, entramos en el tiempo de la misericordia y del perdón”.

Se completa de este modo la apertura de todas las puertas en el marco del “Año Santo”, establecido por disposición del Papa, un hecho con significativas particularidades. En efecto, es la primera vez en la historia de la Iglesia Católica que, además de las cuatro basílicas papales, se incluye una cárcel.

Con la Puerta Santa abierta en prisión, el Papa Francisco ha querido tener un gesto de especial cercanía hacia los privados de libertad, pues señala que la puerta de la esperanza, que es Cristo, ha de estar abierta para todos. En este aspecto, ha pedido gestos concretos de perdón y reinserción en una sociedad que, según ha dicho, necesita reconciliarse.

Jesús, nuestra más grande bendición

Por su parte, el cardenal Harvey señaló que sentimos alegría porque ha nacido el Salvador, que es Cristo; y dijo que Dios Padre nos ha bendecido en Él “con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos”, pues “nos ha predestinado a ser sus hijos adoptivos”.

Explicó que el Hijo único de Dios se hizo carne, “no solo para estar en medio de nosotros, sino para ser uno de nosotros; no solo para ser admirado o acogido como compañero, sino para comunicarnos su propia vida filial, para llevarnos a una relación íntima con Dios”.

Reiteró que “en Jesús recibimos la adopción como hijos, por lo que nos confiere una dignidad excepcional que nos conduce a una plenitud de vida insuperable”. Argumentó que así lo proclama san Juan en el Evangelio, e insistió en que “de su plenitud todos nosotros hemos recibido gracia tras gracia”.

En tal sentido, monseñor James Michael aseveró que “la apertura de la Puerta Santa marca el paso salvífico abierto por Cristo con su Encarnación, con su Muerte y su Resurrección, llamando a todos los miembros de la Iglesia a reconciliarse con Dios y con el prójimo”.

“Hoy más que nunca necesitamos la esperanza”

El cardenal arcipreste insistió en que “hoy más que nunca necesitamos la esperanza” y se refirió a la actualidad como un período post-pandémico herido por tragedias, guerras y crisis diversas en las cuales la esperanza, “aunque indudablemente ligada al futuro, se experimenta también en el presente”.

Con base en la encíclica Spe Salvi del papa Benedicto XVI, dijo que ese presente, aunque sea fatigoso, “se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta, y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”.

Agregó que “la buena noticia es el anuncio de esta realidad cumplida: Jesucristo muerto, resucitado y glorificado es verdaderamente nuestra esperanza”. Además, sostuvo que “quien tiene esperanza vive de otra manera, porque se le ha dado una vida nueva”.

Por otra parte, el cardenal se refirió a una catequesis del Papa Francisco, en la que expresó que la esperanza “no es una palabra vacía ni nuestro vago deseo de que las cosas vayan bien”. En cambio, “es una certeza, porque se fundamenta en la fidelidad de Dios a sus promesas”. Más aún, añadió, “está infundida por Dios y tiene a Dios como garante”.

Espíritu Santo, la fuente caudalosa de la esperanza

También mencionó, como hizo con énfasis el Papa Francisco al comenzar el 2025, que la esperanza “no es una virtud pasiva que se limita a esperar que las cosas sucedan”, sino que implica una disposición activa de mente y corazón que invita a actuar.

“Es una virtud sumamente activa que ayuda a que sucedan (las cosas). ¿Cómo? ¿En qué sentido? La esperanza es una virtud sobrenatural; es decir, el Espíritu Santo es la fuente siempre caudalosa de la esperanza cristiana”, señaló.

Dijo que san Pablo nos dejó estas preciosas palabras de ánimo escribiendo a los romanos que “el Dios de la esperanza los cubre creyentes de todo gozo y para que abunden en esperanza por la fuerza del Espíritu Santo”.

Agregó, parafraseando al Papa Francisco, que “si la Iglesia es una barca… el Espíritu Santo es la vela que la impulsa y la convierte en el mar de la historia”. En tal sentido, “el Jubileo de 2025, como todo Año Santo, nos pide que nos hagamos peregrinos”.

En este marco, invitó a emprender un camino espiritual tras las huellas de la fe, argumentando que la Iglesia desea fervientemente que se reavive en el corazón del creyente la llama de la esperanza. Señaló que “ser peregrino es tener una meta qué alcanzar. La esperanza hace que el camino de la vida sea una verdadera peregrinación, porque sostiene la fatiga e infunde un sentido de alegría y serenidad que brota de la capacidad de mirar el presente como la verdadera premisa del futuro”.

Nuestra verdadera y única esperanza

Por otra parte, el obispo elevó su mirada a la cruz “imponente y majestuosa” debajo de la cual hay dos palabras en latín: Spes unica. “Esto significa que la cruz de Cristo, símbolo glorioso de la victoria sobre el pecado y la muerte, es nuestra única esperanza”.

“El llamamiento -reiteró-, es que no nos contentemos sólo con dar esperanza, sino que irradiemos esperanza… Es seguramente el don más hermoso que la Iglesia puede hacer a toda la humanidad”.

Finalmente, el cardenal arcipreste James Michael Harvey clamó a Dios: “que el Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, acompañe nuestros pasos en esta peregrinación de fe, firmes en la esperanza que no defrauda”.