En su última audiencia antes de la Navidad, el Papa Francisco ofreció algunas reflexiones para preparar la llegada de Niño Dios en cada uno de nosotros.
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En un breve mensaje, el Santo Padre pidió a los fieles seguir el ejemplo de los pastorcillos: “Vayamos espiritualmente también nosotros a Belén, donde en la pobreza de una gruta, María dio a luz al Salvador del mundo”.
A continuación, te presentamos un pequeño resumen de estas reflexiones del Papa Francisco para vivir la mejor Navidad:
“La Navidad es, hoy en día, una fiesta universal; aun los que no tienen fe perciben su encanto. Para nosotros los cristianos es el acontecimiento decisivo, que no puede ser confundido con lo que es banal y efímero”.
“No se trata de una fiesta sentimental, consumista, llena de regalos, pero vacía de fe. Es necesario que dejemos de lado una mentalidad mundana, incapaz de entender que la verdad fundamental de nuestra fe es el misterio de Dios que se hizo hombre, en todo igual a nosotros, menos en el pecado”.
“Esta fiesta nos invita a contemplar, por una parte, el drama del mundo, en el que el hombre herido por el pecado busca misericordia y salvación, y por otra parte, la bondad de Dios que vino a su encuentro, para hacerlo participar de su bondad y de su vida”.
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“En este tiempo de sufrimiento y de incerteza a causa de la pandemia, la presencia de Dios en el niño recién nacido en Belén, indefenso, humilde y pobre, nos libra del sentido de fracaso, de impotencia y de pesimismo que llevamos dentro, y nos descubre el verdadero significado de la existencia humana y de la historia, porque Jesús se revela como luz que disipa las tinieblas y nos abre el horizonte de la alegría y de la esperanza!
“El pesebre es una catequesis de esta realidad, de lo que se hizo ese año, ese día, que hemos escuchado en el Evangelio. Para esto, el año pasado escribí una Carta, que nos hará bien retomar. Se titula Admirabile signum, ‘Signo admirable’”.
“Siguiendo las huellas de San Francisco de Asís, nos podemos convertir un poco en niños y permanecer contemplando la escena de la Natividad, y dejar que renazca en nosotros el estupor por la forma “maravillosa” en la que Dios ha querido venir al mundo. Pidamos la gracia del estupor: delante de este misterio, de esta realidad tan tierna, tan bella, tan cerca de nuestros corazones, el Señor nos dé la gracia del estupor, para encontrarlo, para acercarnos a Él, para acercarnos a todos nosotros. Esto hará renacer en nosotros la ternura”.
Con información de Vatican.va
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