“¡Canta y camina! ¡No te desvíes, no te eches atrás, no te quedes parado! Y, mientras caminas, canta” (Sermones sobre San Juan, n. 107).
Y así, mientras caminaban, cantaban: “Viva la mujer, viva la vida” / “Sí a la vida, no al aborto” / “Yo soy provida, y defiendo a la mujer, la vida y la familia” / “Yo soy mujer y respeto la vida” / “Dame una ‘V’, Dame ‘I’, Dame ‘D’, Dame una ‘A’… ¿qué dice?” /
Y por lo menos este día, el canto aligeró el dolor que pesa sobre México ante el avance de la cultura de la muerte, promovida ahora desde la Suprema Corte de Justicia de Nación. Y mientras caminaban, cantaban: “¡No somos uno, no somos cien, Suprema Corte, cuéntenos bien!”.
Y en minutos, los más de tres kilómetros de distancia entre el Auditorio Nacional y el Ángel de la Independencia se tiñeron de blanco, azul y rosa: playeras, pancartas, banderas, pañuelos, confeti y hasta algodones de azúcar. Una verdadera fiesta de la alegría, de la alegría de ser provida. Y caminaban y cantaban: “La gente nos pregunta que quiénes somos. Nosotros contestamos: somos los provida, y nunca nos cansamos“.
Y acudieron familias enteras: niños con su mirada exploradora, aprendiendo de sus padres el valor de la vida; jóvenes inyectando la alegría de la lucha por los que no tienen voz; mujeres (muchas, muchas, muchas), que no se han enganchado con el falso argumento de que la maternidad esclaviza; hombres empujando carriolas, con sus hijos sobre los hombros o tomados de la mano; adultos mayores, a pie o en silla de redas, con muletas y hasta con oxígeno. Porque toda vida es digna, y vale.
Y la marcha fue acompañada por Jesucristo y la Virgen de Guadalupe. Y mientras algunos católicos caminaban y rezaban con rosario en mano, muchos otros también caminaban y cantaban: “Tú reinarás! Este es el grito, que ardiente exhala nuestra fe…” Y es que no se han tragado el cuento, que han venido suministrando a la sociedad en dosis homeopáticas, de que por ser católicos su opinión no vale. Por eso caminaban y cantaban: / “Desde el cielo una hermosa mañana. Desde el cielo una hermosa mañana, la Guadalupana..,“.
Y fue así que esta hermosa mañana del 3 octubre en la Ciudad de México concluyó con un compromiso nacional por la Mujer y la Vida. Y a los pies del Ángel de la Independencia, mientras las banderas azules y rosas ondeaban, otra vez, miles de voces cantaban: “Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón…”
Y en este compromiso nacional, médicos, científicos, profesores, políticos, jueces, artistas, deportistas, obreros, empresarios, líderes religiosos, todos, absolutamente todos, estamos llamados a no dejar de caminar y cantar, cantar para animarnos ante las leyes de muerte, pero sobre todo, caminar y cantar por la vida, por la mujer y por la familia. ¡Canta y camina!, nos los dijo san Agustín.
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